sábado, 27 de abril de 2013

El cadáver de Paganini permaneció 18 meses en una cuba de aceite de oliva


Las dificultades que Paganini experimentó a lo largo de su vida (al ser considerado un músico demasiado virtuoso para ser divino)no terminaron con su muerte, ocurrida en Niza, a los cincuenta y siete años, sino que se extendieron irónicamente más allá de ella. Se cuenta que, estando en agonía, cuando el cura se acercó a su lecho para darle la extremaunción, el músico tuvo fuerzas para mandarlo al infierno. No faltaron tampoco noticias tales como que horas después de su muerte, su violín seguía sonando. En una época dominada por las supersticiones, estos datos inconsistentes, que hicieron de la muerte del músico una leyenda, bastaron para que el obispo de Niza prohibiera que el violinista fuese enterrado en esa ciudad. Es así como comienza la ejecución post mortem de Paganini, su verdadero réquiem, nunca escrito en vida pero experimentado después de la muerte.    
Demonizado por la iglesia bajo la presión de la opinión pública, nadie se hacía cargo del cadáver del músico que, de este modo, permaneció dos meses en la habitación en que murió. Al cabo de dicho tiempo, ante la protesta de los vecinos por el mal olor que emanaba del cuarto, el cuerpo de Paganini fue trasladado al sótano de la casa, lugar donde permaneció - más de un año - hasta la llegada de su amigo el Conde  de Cessole, quien llevó el cadáver de Paganini a un olivar de su propiedad y lo mantuvo escondido en una cuba por algún tiempo. El escondite fue descubierto por las autoridades sanitarias quienes, a pesar de que el cuerpo del músico había sido embalsamado, ordenaron su traslado a un lazareto de Villefranche, donde el guardián hizo correr la voz que por las noches se oía sonar un violín. De nuevo, el conde de Cessole debió de cargar con el muerto mientras se negociaba, sin éxito, con la Iglesia para conseguir su inhumación formal. La petición se elevó, incluso, a las altas autoridades eclesiásticas quienes se negaron a darle sepultura, con el argumento de que un  hombre que había tocado el violín tutelado por el demonio no podía recibir la inhumación cristiana. Ante esta situación, el Conde y algunos amigos más, se llevaron el cadáver al cabo Ferrat hasta que, por fin, en 1844, cuatro años después de su muerte, el rey Alberto de Piamonte-Cerdeña firmó la autorización para que Paganini  fuese enterrado en Génova. Sin embargo, aun entonces, no hubo ”requiescat in pace” para el músico:  los vecinos alegaban que en el cementerio se veían fuegos fatuos porque el diablo había sido enterrado allí. Reclamaron a los responsables y, de nuevo, el cadáver de Paganini salió a la superficie con destino a Parma, hacia una villa cedida por la esposa de Napoleón para que el maestro descansara en ella. Permaneció en aquel lugar hasta 1876, cuando el Papa Pío  Nono le otorgó el derecho de la iglesia de ser enterrado  en el cementerio de ese lugar. Ésta fue la cuarta ceremonia de enterramiento que se le practicó al cadáver de Paganini, pero no fue la última. Años más tarde , el violinista checo Frantisek Ondricek, sembró la duda de que el maestro estuviese enterrado en aquella tumba, y el cuerpo fue de otra vez exhumado para comprobar su identidad.
Algunos aseguraban que al abrir el féretro se escuchó sonar un violín.  Una de sus obras, Movimiento Perpetuo, que Paganini ejecutaba en tres minutos, (aún hoy en día nadie la ha podido ejecutar en menos de cuatro minutos y medio) parece acompañarle a perpetuidad en su tumba.
 Por Napoleón Candray

1 comentario:

Judith V. dijo...

Excelente información esto da mas detalle a lo sucedido a Paganini aunque siempre con ese halo de misterio que enriquecen esta leyenda de la música :)