Fuente: http://sipse.com/milenio/enigmas-lo-enterraron-en-chetumal-pero-espanta-en-cementerio-de-yucatan-92776.html
Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La semana pasada se dio a conocer la
lamentable noticia de la muerte de un menor de edad, oriundo de Dzemul, después
de jugar un partido de futbol en Muxupip; tras pedir su cambio, minutos después
se desvaneció y falleció cuando lo trasladaban a un centro de salud, al parecer
por un infarto.
Esto viene a colación porque una muerte muy similar
tuvo otro joven hace casi 20 años y que propició que decenas de testigos
afirmen ver su alma en pena rondando el panteón del municipio de su natal
Yobaín.
Se llamaba Ángel y nació en Yobaín, pero poco antes
de cumplir un año de edad se fue junto con sus papás y hermanos a radicar a
Chetumal, ya que su padre había conseguido un buen empleo ahí.
Desde niño le gustó jugar futbol y participó en
diversos equipos de ligas infantiles y juveniles, hasta que a sus 17 años
sobrevino la desgracia.
De pronto, en pleno partido (en Chetumal), se
empezó a marear y pidió su cambio; sus papás, que se encontraban en las gradas,
no perdieron el tiempo y decidieron llevarlo al hospital, pero a medio camino
el joven murió; oficialmente fue un infarto.
Un par de años después, la familia regresó a
Yucatán, pero no a su pueblo sino a Mérida, pues ahí trasladaron al padre en su
trabajo (una empresa mayorista de dulces y abarrotes), y fue pocos meses
después, cuando decidieron visitar Yobaín, donde vivía aún una tía de la mamá.
Nadie sabía de la muerte
Debido a que se habían distanciado no solo
geográficamente sino también en cuanto a su relación de amistad (al parecer por
un pleito de dinero), la tía nunca se enteró que su sobrino había muerto; ni
siquiera sus hijos, es decir, los primos del difunto, pues recordemos que en
ese entonces el internet aún no llegaba a Yucatán y las redes sociales ni
siquiera se habían inventado, por lo que enterarse de sucesos ocurridos en
otras ciudades era muy difícil a menos que fuera una noticia que saliera en
periódicos o televisión.
Lo raro de todo esto fue que, desde meses atrás,
varias personas afirmaban haber visto a un joven futbolista sentado a las
puertas del panteón e incluso en ocasiones en el interior del mismo; lo raro es
que nadie lo conocía y menos el tipo de uniforme ya que era de short azul y
playera amarilla, y en ese entonces en el pueblo ninguno de los pocos equipos de
futbol tenía un uniforme así.
La mamá del difunto se llevó las manos a la boca
cuando escuchó esto, ya que era la descripción del uniforme que usaba su hijo
en Chetumal… Ni qué decir descripción física que dieron del misterioso joven:
alto, muy flaco y de tez clara, con una banda o cinta para el pelo en la
frente.
Tras escuchar esto, la familia decidió pagar una
misa en la iglesia en memoria de este joven que, al parecer, por algún motivo
se manifestó en un panteón donde no estaba enterrado, pero que correspondía a
su pueblo natal, quizás quería que sus restos descansaran ahí.
De hecho, en reciente visita que hice al municipio
de Yobaín, casi nadie sabía del caso ni conocieron en vida a este joven, ya que
como comenté líneas arriba, desde que tenía menos de un año de edad se fue a
vivir a Dzidzantún y después a Mérida; ahora, a más de 20 años de distancia de
su muerte, sus restos continúan en Chetumal, pero tal parece que su alma en
pena continúa “entrenando” en Yobaín.
Me platicó este caso Alfredo, el hermano menor,
quien actualmente tiene 34 años de edad y no olvida a su hermano futbolista.
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