sábado, 19 de febrero de 2011

Un poco más sobre los grandes cementerios latinoamericanos

América cuenta con camposantos que son verdaderas joyas. La Recoleta, en Buenos Aires, ya forma parte de los circuitos turísticos. Sin olvidar el Cementerio Colón de La Habana y el Presbítero Maestro de Lima, algo más desconocido
Hay cementerios que parecen monumentos y atraen visitas de admirados turistas, amantes del arte y la arquitectura. Así sucede con el Père Lachaise de París, o la mítica Ciudad de los Muertos de El Cairo.
También América cuenta con camposantos que son verdaderas joyas, unas más conocidas que otras. La Recoleta, en Buenos Aires, ya forma parte de los circuitos turísticos; en menor medida, el Cementerio Colón de La Habana y el Presbítero Maestro de Lima, este último el más desconocido.
Todos ellos fueron construidos en el siglo XIX, y responden a momentos de prosperidad vivida en sus respectivos países. La burguesía y la aristocracia consideraba entonces de buen tono ser enterrada en medio del lujo y el arte, y por ello los cementerios son conjuntos de lo más eclécticos de los movimientos artísticos de ese siglo en el que se copiaron sin rubor los estilos arquitectónicos de épocas pretéritas.


ÚLTIMA MORADA DE ‘EVITA’ PERÓN

El Cementerio de la Recoleta está ubicado en el selecto barrio de Recoleta y debe su nombre a la orden religiosa de los Recoletos, que a inicios del siglo XVIII se establecieron en ese lugar, donde levantaron el convento y la iglesia de Nuestra Señora del Pilar y cuya huerta fue convertida en 1822 en la primera necrópolis pública de la capital argentina.
La epidemia de fiebre amarilla de la década de 1870 convirtió a este cementerio en última morada de la burguesía porteña que por el mal abandonó el sur de la ciudad y adoptó el barrio de Recoleta, que aún conserva aires aristocráticos.
El predio tiene unas cuatro mil 800 bóvedas distribuidas en 54.843 metros cuadrados y alberga un importante patrimonio arquitectónico y artístico.
Por su monumentalidad, una de las bóvedas más visitadas por los turistas es la de la familia Dorrego Ortiz Basualdo, una capilla de estilo francés, con profusos detalles artísticos.
Pero la tumba más visitada es la de Evita, la segunda mujer del tres veces presidente argentino Juan Domingo Perón, una bóveda en la que la gente constantemente deja flores y mensajes para la “abanderada de los descamisados”.



MAGIA Y PELIGRO EN EL PRESBÍTERO MAESTRO

La necrópolis del Presbítero Maestro en Lima debe su nombre al clérigo vasco Matías Maestro, impulsor de este magno camposanto que fue inaugurada en 1808, en las postrimerías del virreinato español en Perú, que expiró en 1816.
Con una extensión de veinte hectáreas y una “población” de 215.623 difuntos sepultados en nichos, tumbas, mausoleos y capillas, muchas de ellas coronadas con imponentes esculturas de ángeles y santos, el cementerio no creció más por verse encajonado entre un cuartel militar y una vía férrea.
Fueron años negros para el Presbítero Maestro: sus 800 mausoleos sufrieron abundantes robos y saqueos de lápidas y esculturas, hasta que en 1999 la Beneficencia de Lima se hizo cargo del lugar, puso seguridad en los accesos al camposanto y emprendió un original programa de visitas nocturnas llamado “Jueves de Luna Llena”.
Dos veces al mes, estas visitas guiadas por historiadores, arquitectos o literatos atraen a los turistas por entre los nichos y las tumbas en medio de la noche, apenas alumbrados por el cielo lechoso de Lima, en un ambiente mágico que tiene mucho de espectral.
Sin embargo, las visitas libres al Presbítero Maestro como una atracción más de la Lima monumental son todavía escasas: pese a que la entrada solo cuesta cinco soles (menos de dos dólares), la peligrosidad del barrio y la lejanía de los demás circuitos turísticos hacen de las excursiones a este rico cementerio un capricho un tanto arriesgado.


GIGANTESCO CAMPOSANTO EN LA HABANA

El Cementerio Cristóbal Colón de La Habana es considerado el más grande de América con sus 56 hectáreas, que albergan un verdadero museo de arte funerario a cielo abierto, por la variedad de obras que acoge, con altos valores artísticos, históricos, artísticos y arquitectónicos.
Ricos mármoles italianos, herrerías y cristales policromados asombran junto a la convergencia de estilos desde el gótico, el eclecticismo europeo, la naturalidad del neoclásico y la estilización del modernismo empleados en la construcción de suntuosos panteones.
Cientos de turistas visitan diariamente la instalación atraídos por los ángeles, las “madonnas” y los querubines que pueblan sus avenidas, o por los fastuosos conjuntos como la réplica de La Pietà de Miguel Ángel o el que reproduce un castillo español.
Se calcula que allí están enterrados al menos un millón de personas, entre ellos conocidas personalidades de la política y la intelectualidad.
Pero lo más llamativo del camposanto son las extravagancias que tuvieron algunos vivos antes de ser sepultados: así, un panteón que simula ser una pirámide egipcia acoge los restos de un famoso arquitecto, o la escultura en mármol que reproduce la ficha del doble tres del dominó tiene sepultados los huesos de una fanática de este juego fallecida por infarto tras perder una partida.
Una pieza de ajedrez, un Rey de más de un metro de alto, marca el lugar donde reposan los restos el monarca de los trebejistas cubanos, José Raúl Capablanca.


Entérese...
Todos ellos fueron construidos en el siglo XIX, y responden a momentos de prosperidad vivida en sus respectivos países. La burguesía y la aristocracia consideraba entonces de buen tono ser enterrada en medio del lujo y el arte.
En La Recoleta, la tumba más visitada es la de Evita, la segunda mujer del tres veces presidente argentino Juan Domingo Perón, una bóveda en la que la gente constantemente deja flores y mensajes para la “abanderada de los descamisados”.
La necrópolis del Presbítero Maestro en Lima debe su nombre al clérigo vasco Matías Maestro, impulsor de este magno camposanto que fue inaugurada en 1808, en las postrimerías del virreinato español en Perú, que expiró en 1816.

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