Los dientes se les caen a los vivos, pero también los pierden
los difuntos. Empezando por los casos ilustres de Johannes Brahms y
Johann Strauss, víctimas ambos de una profanación que los ha dejado
"temporalmente" sin dentadura.
Se ha propuesto encontrarlas la policía austriaca. De hecho, parece
haberse identificado a un eslovaco que opera desde hace años en el
cementerio de Viena. O parece haberse identificado él mismo, puesto que
el "vampiro", cuyas iniciales responden a O.J. (nada que ver con
Simpson) remitió a la comisaría un vídeo en el que aparece exhibiendo la
nobilísima calavera de Brahms después de haberle despojado la
dentadura.

Semejantes truculencias se antojan la obra de un exhibicionista y de
un profanador en serie que podría haber cometido numerosos ultrajes de
corte melófobo más allá de las dentaduras de Brahms y de Johann Strauss.
Entre otras razones porque el cementerio central de Viena aloja, entre
muchas otras glorias de la música, las almas y los dientes de Gluck,
Salieri, Schubert, Von Suppé, Lanner y Arnold Schoenberg.
También residen en el mismo camposanto los restos mortales de
Beethoven, pero O.J. no ha podido robarle la dentadura porque el cráneo
del compositor germano ya había sido separado del cuerpo en 1863. Se
trataba de someterlo a un estudio científico, si bien la cosa y el caso
degeneraron en un saqueo con resaca contemporánea.
Fue en 2005 cuando el cráneo de Beethoven -más bien unos restos- se
dieron como legítimos. Los posee un adinerado empresario norteamericano,
Paul Kaufman, que a su vez los heredó de un tío abuelo austriaco y que
se los ofreció temporalmente al instituto toxicológico de Illinois para
someterlos a una "autopsia".
Conclusión irrevocable: el compositor germano murió envenenado. No
quiere decir que lo asesinaran ni que fuera víctima de un complot
misterioso. Significa que Beethoven consumió demasiado plomo durante su
existencia. Cien veces más del que normalmente se halla en el organismo
de cualquier ciudadano convencional.
El estudio se realizó en el Instituto de Argonne con los
mayores adelantos tecnológicos, aunque los autores de la autopsia nunca
quisieron involucrarse en las razones que dieron lugar al envenenamiento
de Ludwig van Beethoven.

Se descartó históricamente el homicidio, pero no sucede lo
mismo con otras dos hipótesis complementarias. La primera consiste en
que el compositor germano consumía vino blanco en copas de plomo, de
modo que la reincidencia habría perjudicado seriamente su organismo. La
segunda opción consistiría en que el plomo, al igual que el mercurio, se
utilizaba a principios del siglo XIX como una solución terapéutica para
ciertas enfermedades, incluidas las patologías abdominales que habría
padecido el celebérrimo autor de Fidelio.
Así se explica que varios científicos hayan diagnosticado a
Beethoven el síndrome del saturnismo, una enfermedad asociada a la
intoxicación de plomo que han padecido muchos otros creadores ilustres
-Goya, Van Gogh- y cuyos trastornos podrían incidir positivamente en la
creatividad, de acuerdo con ciertas teorías.
No es el momento de profundizar en ellas. Es el momento de
capturar a O.J., sobre todo porque la localización y el arresto del
sujeto podría llevar al escondite donde el profanador parece haber
concebido un museo con los hitos de su saqueo en el cementerio de Viena.
Fuente: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/blogdepecho/2012/07/02/quien-robo-la-dentadura-de-brahms.html
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