jueves, 27 de diciembre de 2012

Un cementerio rumano hace olvidar el dolor con sus colores

 La muerte pierde la solemnidad y tristeza con que usualmente se le asocia en este cementerio rumano.
Allí, las caras largas y las palabras solemnes, el temor reverente por aquello que nunca nadie comprenderá del todo y que, por lo mismo, se presenta como el último enigma a resolver, se convierte motivo de risa y contento.


Un cementerio que se encuentra en el pequeño poblado de Săpânţa, en el condado de Maramureş, al norte de Rumania, marca la diferencia de los cementerios comunes.
Aquí las lápidas están decoradas con colores brillantes y festivos y los epitafios, lejos de inspirar una melancólica reflexión sobre el fin de la vida, en ocasiones son irreverentes composiciones que se burlan o del difunto o de la muerte misma.

 
 A diferencia de otros que se encuentran en el país, en este las lápidas están decoradas con colores brillantes y festivos y los epitafios, lejos de inspirar una melancólica reflexión sobre el fin de la vida, en ocasiones son irreverentes composiciones que se burlan o del difunto o de la muerte misma.
Debajo de esta cruz
Yace mi pobre suegra,
Por tres días más que hubiera vivido,
Yo descansaría, y ella habría la habría leído [esta cruz].
Tú que pasas por aquí,
Procura no despertarla,
Porque si regresa a casa
Más me criticará.
Pero me portaré bien,
Así ella no regresará del infierno.
¡Quédate ahí, mi querida suegra!

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