Durante los últimos 3.000 años, las familias judías creen que el
Mesías aparecerá en el Monte de los
Olivos en Jerusalén, por lo que se
han dedicado a enterrar a sus muertos en ese lugar, que se ha convertido
en un cementerio muy sagrado, pero que se está quedando sin espacio.
La tradición dice que Zacarías pidió ser enterrado allí, con la
esperanza de ser resucitado primero tras la segunda venida del Mesías.
Desde entonces, este lugar se ha convertido en uno de los más sagrados de la fe judía.
Muchos judíos creen que cuando el Mesías venga a la tierra, los
muertos se levantarán de sus tumbas y caminaran hacia el santo templo en
la Ciudad Vieja de Jerusalén. Desde el Monte de los Olivos al
cementerio existe una distancia de unos pocos metros.
“Todo el mundo en este cementerio está enterrado con sus pies hacia
el Monte del Templo, para cuando resucite de entre los muertos, ni
siquiera necesite dar la vuelta. Nadie quiere perder el rumbo”, explica
Ira Rappaport, de 67 años, quien se mudó de Nueva York a Israel hace 41
años y cuyos padres están enterrados en el monte.
Las autoridades han identificado que existen más de 150.000 tumbas en
el sitio, pero los administradores dicen que los nuevos lotes son
imposibles de encontrar ya que en tan sólo 10 años, no habrá espacio
para nuevas tumbas, dijo Janania Shachor, gerente de la Sociedad de
Enterramientos de Jerusalén, la más grande de las 13 empresas que
organizan funerales en la Ciudad Santa.
Sin embargo, ser enterrado en este lugar considerado sagrado, implica
un costo de 22.500 dólares, que incluye una ceremonia junto a la tumba
de unos 15 minutos, una parcela de 1,2 metros de profundidad y 60
centímetros de ancho.
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