Por: Jorge Moreno
MÉRIDA, Yuc.- Varias cosas
se dicen sobre los suicidas, por una parte se menciona que por el hecho de
haberse quitado la vida a propósito están condenados a penar eternamente y por
la otra, si el suicidio fue por la vía del ahorcamiento, no pueden salir del
cementerio donde fueron enterrados.
He escuchado estos relatos
y de las apariciones de presuntos suicidas en al menos cuatro panteones de
Yucatán, en el General de la ciudad de Mérida, en el de Valladolid, en el de
Ticul y en el de Hocabá, donde los veladores o los testigos que lo cuentan
aseguran que las manifestaciones que han visto corresponden a personas que se
quitaron la vida de esa forma.
En los casos de Mérida y
Valladolid ambos fueron de sendos “borrachitos consuetudinarios”, quienes en
los ochenta y noventa, respectivamente, se suicidaron en sus ciudades de
origen; a partir de ello, se asegura, empezaron a manifestarse no en donde
vivían o en los sitios que frecuentaban sino en los panteones donde fueron
enterrados.
“Ya me he acostumbrado a
verlo, algunas personas que vienen también lo han visto, no nos da miedo porque
en lo que cabe es tranquilo, solo la sombra vemos y la silueta con su rostro,
era un señor como de 40 años”, dijo un exvelador del cementerio de la capital
yucateca.
En el caso de Ticul, ahí
las apariciones también han sido frecuentes, aunque el hecho de que ahí se
reportan varios casos más, a veces se confunde cuál es la aparición que ven,
aunque se afirma que al menos tres personas que se suicidaron por la vía del
ahorcamiento están enterradas ahí.
El árbol del ahorcado
El último caso es el
llamado “El árbol del ahorcado”, que es poco conocido en Yucatán, ocurrió en el
cementerio del municipio de Hocabá. La leyenda data de más de 100 años y me la
platicaron personas que nacieron en esa población, de ese caso sí pude recopilar
más datos de forma detallada.
Nos remontamos a 1895,
cuando Hocabá tenía como cabecera municipal a Sotuta (fue hasta 1900 en que se
convirtió en municipio), en ese entonces había una persona en el pueblo, de
nombre Juan, que le gustaba tomar mucho alcohol y tenía una vida llena de penurias,
pues a pesar de que ya tenía más de 30 años era mantenido por su madre y ésta
constantemente lo tenía que ir a buscar en los alrededores del pueblo y
llevárselo casi a rastras a su casa de tan borracho que estaba.
Su madre acudía cada semana
al cementerio para llevarle flores a su difunto esposo, pero Juan siempre le
recriminaba y le decía que sólo perdía el tiempo en el panteón pues se la pasaba
hablando con el difunto.
Un día (quizás tanto
alcohol ya había acabado con parte de su raciocinio), decidió darle "una
lección" a su progenitura, pues mientras su madre se preparaba para ir al
cementerio, Juan se adelantó y se guardó justo detrás de un árbol que estaba a
espaldas de la tumba de su padre; poco después llegó su madre, y esta empezó a
hablar con su difunto marido.
Justo en ese momento, Juan
con una voz "tenebrosa" le dijo: "¡Deja de molestar a tu hijo y
ya no vuelvas a visitarme, lárgate de aquí!".
La señora, espantada, nunca
imaginó que se tratara de una broma por lo que dijo casi llorando: "Lo que
tú digas viejo" y de inmediato se paró para irse, pero quizás fue tanta la
impresión que sufrió que apenas dio unos pasos y cayó fulminada por un infarto.
Juan estaba tan tomado que
ni cuenta se dio del desmayo de su madre y se fue a seguir la parranda, hasta
que al llegar a su casa, por la noche, vio el velorio, y fue hasta el día
siguiente, ya en sus cinco sentidos en que le “cayó el veinte” y fue tal su
remordimiento que se hundió aún más en la bebida y a las pocas semanas acudió a
ese mismo árbol en el panteón y se ahorcó.
Todo este caso fue conocido
y circuló de voz en voz a través de las siguientes generaciones debido a que
Juan tenía a un confidente de parrandas a quien le platicó todo, su nombre era
Melitón e incluso le dejó una nota póstuma explicando el motivo de su suicidio.
Por ese motivo le llaman "El árbol del ahorcado".
Fuente: http://sipse.com/milenio/enigmas-yucatan-los-ahorcados-condenados-a-penar-en-los-panteones-76222.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario