Qué fregado era el
Punto, como toda mascota consentida. “Este perrito era único porque, con el
trabajo de la funeraria, acompañaba a la carroza desde el monumento a Busch
hasta el Cementerio General. A veces lo teníamos que parar porque veía el
carro, empezaba a correr y ladraba como loco”. El perro, de raza pointer, era
tan conocido en sus andanzas que las señoras le daban agua y los radiotaxistas
lo llevaban a su casa. “Los choferes ya sabían de dónde era, nos lo traían y
nosotros teníamos que pagar la carrera”, explica Noemí, una de las hijas del
matrimonio Valdivia, que heredó el oficio de las exequias.
Cuando Punto
falleció, a sus 14 años, Adolfo, padre de Noemí y dueño de Funeraria A.
Valdivia, adquirió un terreno en Villa Salomé, en el sureste de la ciudad, de
aproximadamente 2.000 metros cuadrados, para enterrar a su perro querido y, por
qué no, a otras mascotas de la población paceña. De esta manera fue inaugurado
el cementerio Amigo Fiel. Fue en junio de 2008 y a la fecha ya se encuentran
cerca de 900 mascotas enterradas, entre perros, gatos, loros y hámsters, además
de una tortuga y una gallina. “Sus amos sienten un cariño muy especial por
estos animales que no se puede explicar”, dice Noemí.
Los precios para el
entierro de mascotas en el camposanto, que a la vez ofrece un clima agradable y
una vista sin igual, van de 500 bolivianos para los animales pequeños, a 700
bolivianos para los medianos y 900 bolivianos para los grandes, según la
administradora de Amigo Fiel. “Lo que se debe aclarar es que es un pago
perpetuo, no se vuelve a hacer ningún desembolso de mantenimiento ni de nada”,
asegura Noemí, quien añade que por 70 bolivianos el cuerpo del animal puede ser
trasladado “desde su domicilio hasta su última morada”.
Noemí agrega que
además del servicio de entierro existe la cremación de la mascota, con precios
desde 300 hasta 500 dólares, también dependiendo del tamaño. “Hay mucha gente
que se lleva las cenizas a sus casas porque las familias no se pueden alejar de
sus mascotas”.
Debido a que en una
fosa pueden entrar hasta cuatro mascotas, cada cual en su nivel, los animales
ya no pueden ser retirados pues ello perjudicaría a las demás mascotas allí
enterradas. “Queremos que la gente entienda que el cementerio es un lugar para
visitar a sus animalitos para siempre, por lo que no los pueden sacar del lugar
donde fueron depositados”, recalca.
Los dolientes hacen
instalar allí lápidas muy trabajadas, desde las elaboradas con marfil hasta
aquellas hechas en piedra. Los epitafios reflejan el amor que sentían los
dueños por sus animales y, generalmente, también se dejan en el sepulcro los
juguetes con que jugaban las mascotas.
Las lápidas de mármol
pueden ser adquiridas en inmediaciones del Cementerio General, en la zona oeste
de la urbe paceña, con precios que fluctúan entre los 200 y 750 bolivianos, que
pueden variar si se quiere la inscripción pintada o tallada.
Cada fin de semana,
Jorge y Ruth visitan a Osito, su perro chapi negro con pecho blanco que fue
enterrado en este camposanto. Ruth dice que la explosión de petardos en un Año
Nuevo afectó tanto a Osito, que se le paralizaron las patas traseras. “Lo llevamos
al veterinario pero ya no lo pudimos salvar, nos dijeron que era un ataque de
nervios; le querían poner suero, pero estaba sufriendo demasiado, así que lo
tuvimos que hacer dormir”, recuerda Jorge, mientras mira el lugar donde se
encuentra sepultada su mascota.
El señor Jorge
Salinas y su esposa Ruth Ramos visitan cada dos semanas el sepulcro de Osito,
el perro que los acompañó en su hogar por varios años. Foto: Miguel Carrasco –
Marco Basualdo.
Ruth cuenta que Osito
fue enterrado un martes hace ya dos años, y pese a que no había mucha actividad
en la ciudad por la fiesta de Carnaval, toda la familia se trasladó en su coche
particular para dar el último adiós a su chapicito. Desde aquella vez, Jorge y
Ruth no faltan a la última morada de su perro para depositarle un ramo de
flores.
Pedro Chura,
que cuida el cementerio desde hace cinco años, se dedica a regar el césped cada
dos días y arregla las plantas que ponen los “familiares” de sus “seres
queridos ausentes”, mientras que su hijo Eusebio cumple la labor de cavar las fosas
para depositar los restos.
“Algunos familiares
lloran sin parar cuando entierran a sus animalitos”, cuenta Pedro, quien agrega
que algunos dueños van al camposanto todos los sábados y domingos, “aunque
también hay otros que no les interesa sus perritos, los traen y no vuelven
nunca más”. Los entierros en Amigo Fiel, señala don Pedro, se llevan a cabo
todos los días, desde las 08.00 hasta las 12.00 y de 14.00 a 16.00. Frente al
cementerio para animales se encuentra la tienda de doña Juana Mamani, quien
cada fin de semana espera por los visitantes con flores a la venta. Los amarros
tienen un precio que fluctúa entre los cinco, siete y nueve bolivianos,
dependiendo de la variedad de flores, entre ellas popelina, pompones, rebecas,
claveles, lirio, fresias, narcisos y margaritas. Édgar, un vecino del lugar,
comenta que el único ser que siempre lo recibe con alegría en su casa es su
perro Rocky, con el que ha compartido el crecimiento de sus dos hijos y la
pérdida de su padre. Él y su familia saben muy bien que el pastor alemán, que
lleva 17 años junto a ellos, tendrá su lugar en Amigo Fiel. Un lugar cerca del
cielo para mascotas.
Epitafios
Dulce Princesa.
Durante estos 14 años nos llenaste la vida de felicidad, alegría y ternura.
Fuiste la mejor amiga, confidente y compañera. Ahora que te fuiste, nos dejas
un vacío irreemplazable dentro de la familia. Vivirás eternamente en nuestra
mente y corazón. Te queremos y extrañamos mucho.
Tomás. Su vida
comenzó cuando llegó a nosotros el 5 de mayo de 1999. Le gustaban los
chocolates, pero prefería una dieta semiblanca. Tenía sus defectos, no le
gustaban los niños, tampoco los cohetillos y era desobediente. Nunca aprendió
el concepto de propiedad en sus paseos. Robaba peluches, pelotas y, como
algunas vendedoras de esos años lo pueden atestiguar, carnes frías. Le gustaba
mascar coca pero no pertenecía a ningún partido. Era un perro hippie. Llamarlo
perro no le hacía justicia, a pesar de que tenía cuatro patas, una cola y
ladraba, si ésa era su apariencia. Pero aquellos que lo conocían bien sabían
que era un perfecto caballero.
Locky Alarcón.
Querido Locky, por siempre estarás en nuestros corazones y en todos los gratos
recuerdos que compartimos juntos en familia. Fuiste compañero fiel en buenos y
malos momentos. Este adiós no es para siempre, ya nos volveremos a encontrar.
Que Dios te bendiga.
Maroru Escarcha. Aquí
reposan los restos de un ser que poseyó el valor sin la ferocidad y todas las
virtudes de un hombre, sin sus vicios. Te extrañamos mucho. Enero de 2014.
Negrito Osito Benítez
Antelo. Hijito Gordito, me duele tanto tu ausencia, al saber que ya no estás a
mi lado. No comprendo por qué tú también te fuiste para siempre. No sabes que
contigo se me parte el corazón. Siempre estarás conmigo en los recuerdos más
hermosos de mi vida. Recordaré los buenos momentos que compartimos junto a tu
mamá Micaela, a tus hermanos Betito, Yakira y Ana.
Fuente: http://eju.tv/2014/08/amigo-fiel-un-pedazo-de-cielo-para-mascotas-en-la-paz/
No hay comentarios:
Publicar un comentario