Por Cristina G. Lucio
Durante
más de 1.000 años, las inmediaciones de la ahora abandonada abadía de Badia
Pozzeveri, en el corazón de la Toscana italiana, fueron utilizadas como
cementerio local. El campo santo acogió a cientos de generaciones, que
sufrieron epidemias, plagas y las consecuencias de una vida llena de carencias.
Pero ahora, la necrópolis se ha convertido en un preciado tesoro para un equipo
internacional de investigadores que, a través de los restos, quiere dibujar una
panorámica de la salud en Europa y encontrar respuestas para enfermedades que
actualmente siguen matando a miles de personas.
"Es
como una ventana abierta a lo que pasó en Italia y Europa desde el punto de
vista sanitario entre el siglo IX y el XIX", explica a EL MUNDO Clark
Larsen, profesor de Antropología en la Universidad de Ohio (EEUU) y uno de los coordinadores
de la excavación.
Muchos
de los restos, aclara, "están muy bien conservados", lo que les ha
permitido hacer análisis sobre la tuberculosis, las infecciones bucales y
óseas, la osteoartritis o la que es su mayor apuesta: el estudio del cólera.
A
mediados del siglo XIX, la epidemia de cólera que azotó Europa causó sus
propios estragos en la Toscana. Quienes vivían cerca de Badia Pozzeveri
decidieron enterrar apresuradamente los cuerpos de las víctimas y cubrirlos con
cal en un intento por frenar el brote. Pero con esa acción también consiguieron
garantizar unas magníficas condiciones de conservación de los esqueletos.
"Hasta donde sabemos, son los restos mejor preservados de víctimas de
cólera de este período", señala Larsen, que recientemente presentó los
detalles de su investigación en la reunión de la Asociación Americana para el
Avance de la Ciencia.
En
los cuatro años que excavando la zona, y tras recuperar unos 30 esqueletos, han
encontrado trazas genéticas de distintos microorganismos asociados a
enfermedades, un hallazgo que les lleva a ser "optimistas y confiar en que
también se pueda hallar ADN de Vibrio Cholerae, el patógeno que provoca la enfermedad
del cólera", augura Larsen.
Encontrar
esta marca genética, continúa, sería muy útil para estudiar cómo ha
evolucionado la bacteria y, en última instancia, encontrar nuevas armas
terapéuticas. Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), cada año se producen entre tres y cinco millones de casos de cólera, de
los cuales entre 100.000 y 120.000 fallecen.
Pero
esta enfermedad infecto-contagiosa no es la única que interesa a los
investigadores. También quieren estudiar a fondo una zona del cementerio en la
que están enterradas víctimas de la Peste Negra que diezmó la población europea
entre 1346 y 1353 o intentar reconstruir las condiciones de vida de los
habitantes de esa región a lo largo de los siglos. "Hemos podido comprobar
que las personas que vivían en esa comunidad llevaban vidas muy duras, con una
salud relativamente pobre", señala Larsen.
Otro
de los puntos que más interés despierta en el equipo de investigadores,
compuesto también por científicos de la Universidad de Pisa (Italia), es saber
si el cementerio de la abadía, situada en la llamada Via Francigena -que
llevaba a los peregrinos desde Canterbury a Roma-, puede dar pistas de cómo las
epidemias se diseminaron por Europa a lo largo de los siglos.
Fuente: http://www.elmundo.es/salud/2015/02/20/54e62d9b22601db7608b4576.html
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