Fotografía y texto:
Marcel Bonilla
Diario El Comercio
El cortejo fúnebre de un marimbero por una de
las calles de Borbón, norte de Esmeraldas, está acompañado de bombo y marimba.
Dos cantoras corean canciones tristes, con el batuqueo de las maracas y un
cununo, que se escucha por todo el centro del pueblo por donde pasa la
caravana. Una de las costumbres del pueblo afroesmeraldeño que habita en el
norte de la provincia es sepultar a sus familiares con el sonido del bombo y la
marimba. Esta es una forma de demostrar su amor hacia las personas que parten
hacia el más allá y consolar a los familiares del deudo, quienes también
acompañan en la despedida con música ancestral. Uno de los géneros del cántico
patrimonial empleado para despedir a sus difuntos son los alabaos, que son
canciones con un contenido fúnebre y triste. “Levanten la tumba, levántenla ya,
que el alma se ausenta pa’ nunca jamás. Adorar el cuerpo, adorar la cruz,
adorar el cuerpo de mi buen Jesús, de mi buen Jesús”; esta es una de las
canciones más comunes que se entonan. El alabao es un canto de velatorio para
adultos que inicialmente era usado como exaltación religiosa para los santos,
pero con el pasar del tiempo se extendió al contexto fúnebre. Instrumentos de
percusión ancestral, como el bombo y cununo, así como charrasca y guasá, se
usan para poner música a la velación del cuerpo y durante el cortejo fúnebre. A
través de las cantoras se evoca cada circunstancia de la vida del extinto y del
santo que los recibirá. Se cantan versos con el ritmo característico de la
música ancestral. De esta manera, los afros del campo que migraron a la ciudad
conservan esa tradición que se mantiene entre quienes se asentaron en la
parroquia Borbón, cantón Eloy Alfaro. Anastasio Nazareno, de la población de
Telembí, una comunidad del norte de Esmeraldas, dice que ellos mantienen la
práctica de cantar alabaos con bombos, maracas y rezar nueve rosarios para no
hacer novena. En su pueblo se canta toda la noche, con la participación de los
familiares y amigos de poblaciones vecinas, quienes acuden para acompañar a los
dolientes y cantar hasta despedir al difunto. Guillermo Ayoví (Papá Roncón),
músico y compositor del pueblo afroesmeraldeño, explica que él es el único que
pone marimba a los alabaos y arrullos, porque son piezas musicales que solo se
tocan con bombo y cununo. Una de las demostraciones la hizo recientemente, en
la muerte de su hijo Carlos Ayoví, quien era músico y cantante de piezas
tradicionales, como la Caderona, Andarele y Fabriciano. La noche del velatorio,
Papá Roncón organizó a músicos como Límber Valencia, Juan Pablo Caicedo y a
voces como la de Rosita Wila, para entonar los alabaos acompañado de marimba.
Durante el velatorio, Ayoví, ícono del folclor esmeraldeño, vistió un atuendo
africano para ceremonias fúnebres (batona que cubría su cuerpo) y una kenya
sobre su cabeza (gorro). “Esta forma de despedir a las personas que fallecen se
está perdiendo con el modernismo, pues ahora se tocan otros ritmos y se deja de
lado lo ancestral”, comenta Ayoví. Los músicos también improvisan con sus
instrumentos ancestrales las canciones que le gustaban al difunto y pueden pasar
de alabaos a boleros, todos acompañados con instrumentos ancestrales. Durante
el velatorio, los acompañantes prueban los platos que más agradaban al
fallecido. Se come pescado salado, pescado fresco y hasta carne seca hecha
tapao. Una bebida característica es la taza de chocolate, producto que se
cultivaba en las poblaciones, así como el plátano dominico, propicio para el
tapao, que se prepara en el norte. “Esta es una práctica que no puede perder
vigencia entre los afroesmeraldeños”, dice la antropóloga María Perea, quien
trabaja en la conservación de las costumbres del pueblo negro. En la ciudad de
Esmeraldas también hay estas formas de celebración de norteños que llegaron
trayendo sus formas de celebración a la urbe. Fue en los sectores suburbanos de
la ciudad donde se asentaron los migrantes de poblaciones como Urbina, San
Javier, San Lorenzo, Cachaví, Timbiré y Santa María, todas del norte de
Esmeraldas, en donde practicaban sus costumbres. Actualmente, los descendientes
de los migrantes norteños no solo continúan con la vieja tradición de despedir
a niños y adultos con arrullos y alabaos cuando fallecen, sino que fortalecen
el concepto de la danza y la música tradicional académicamente.
Fuente: http://www.elcomercio.com/tendencias/esmeraldas-funerales-marimba-afroesmeraldenos-intercultural.html.
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