lunes, 9 de abril de 2012

Un cementerio inglés en La Coruña


No es un resquicio de la época colonial ni una cesión sobre la que exista reclamación alguna. Simplemente, la presencia inglesa en la ciudad hizo necesario a lo largo de la historia habilitar un lugar de descanso eterno para los súbditos británicos que no encontrasen modo de regresar a su tierra natal después de muertos. Es de ese modo como surge un particular Gibraltar coruñés, suelo británico en tierra española, como es el caso del cementerio protestante y, de un modo más peculiar, el mausoleo de sir John Moore en San Carlos, lugar habitual de peregrinación de los turistas ingleses que desembarcan de los trasatlánticos en el puerto coruñés.
Quizás el más llamativo sea el caso del jardín de San Carlos. Siempre ha existido por parte de los gobiernos locales de A Coruña un celo importante a la hora de encargarse del panteón del general inglés. De hecho, la llave de la cerca que rodea el sepulcro, cerrada con un candado, está en manos del consulado británico y del jardinero municipal encargado de la conservación del jardín. Pero no se encuentra abierta al público más que en los actos oficiales que se celebran en honor a Moore o en visitas institucionales de alguna autoridad británica. El trato que se le ha dado a este singular baluarte, y más específicamente en lo tocante al mausoleo, ha sido siempre de patrimonio, si no ajeno, sí compartido con los ingleses, y así lo demuestra la historia.
Ya en 1854 se solicitó por parte del Ayuntamiento coruñés al Gobierno británico una subvención de dos mil libras con la intención de destinarlas al arreglo y mantenimiento del cementerio protestante de la ciudad y, especialmente, del mausoleo de Moore. Una cantidad más que considerable cuya petición se justificaba en la obligación común, tanto de coruñeses como de ingleses, de mantenerlo en perfecto estado y en la delicada situación financiera de las arcas municipales.
Y es que el sepulcro del general ha sido entendido por los británicos como mucho más que un homenaje al militar invicto. Cabe destacar, en primer lugar, que estamos hablando de una cripta subterránea, y no solo de un ataúd pétreo. Si se levanta la loseta que tapa el acceso al mismo, se encuentran unas escaleras y una barandilla metálica totalmente oxidada que dan acceso a esta cripta de adobe, de ladrillo totalmente embarrado. El presidente de la Asociación Royal Green Jackets, Manuel Arenas -que lleva tiempo reivindicando una restauración urgente y pormenorizada del sepulcro-, indica que allí se encuentra enterrado el mismísimo general británico Anstruther, fallecido también en la batalla de Elviña.


Cónsules enterrados

Aunque lo que sí es seguro es que allí han sido enterrados numerosos cónsules británicos junto a sus esposas e hijos. Es difícil conocer con exactitud el número de personas que recibieron en San Carlos sepultura, dado el mal estado en que se encuentran algunas de las inscripciones del túmulo. Pero en la reconstrucción del texto de la lápida que tapa la última entrada -recreado a pesar del desgaste de la piedra ante la erosión-, figura el nombre de Diana. En un texto bilingüe (inglés y español) puede leerse: «Aquí yacen los restos de Diana, esposa de Don Ricardo Bartlett, cónsul de S. M. Británica en La Coruña y su dependencia. Falleció el 17 de setiembre de 1830. Edad 33 años». Cabe pensar que pudo tratarse del último enterramiento realizado en el sepulcro de San Carlos, aunque habría que hacer una exploración en el interior para ser más precisos.
Imágenes tomadas del interior de la cripta muestran las paredes de adobe, gravemente afectadas por la humedad y el paso de los años, cubiertas de barro, por lo que es complicado identificar los elementos que allí figuran.
Bajo llave y supervisión británica está también el cementerio protestante. Data del 13 de noviembre de 1831 la real orden en la que se declara que no existe inconveniente en que los ingleses adquieran terrenos en A Coruña para establecer un cementerio, en respuesta a una reclamación del representante británico a la Corona. «No hay inconveniente en conceder dichos terrenos, pudiéndolos adquirir los ingleses de los particulares, y cercarlos, con tal de que se observen las formalidades prevenidas, a saber, que se cierren con tapia, sin iglesia, capilla ni otra señal de templo ni culto público ni privado», rezaba esta Real Orden.


«Nación Inglesa»

Y en el año 1880, por encargo del Ayuntamiento, se realiza un análisis de estado sobre los cementerios existentes dentro del partido municipal, citándose en él «uno general católico y otro inglés protestante». Es en este estado en el que aparece «Nación Inglesa» bajo el epígrafe de Corporaciones o personas a quienes pertenece, de la misma forma que cita al Consulado Inglés en la ciudad como administrador del mismo.Pocos años después, en 1883, Juan de Ciórraga, arquitecto municipal, firma una descripción minuciosa del cementerio en la que corrige algunas medidas de este camposanto que sigue dependiendo del consulado hasta el día de hoy.
En el jardín están enterrados también cónsules británicos junto a sus familias

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