Fuente: http://www.elfinanciero.com.mx/after-office/muertos-que-quieren-seguir-vivos-al-menos-en-apariencia.html
El pasado junio la gente estuvo llamando a Louis
Charbonnet para saber cómo podrían evitar yacer en su funeral. Han llamado
directores fúnebres, así como personas con sus propias solicitudes, como la
mujer que quería ser vista por última vez de pie ante su cacerola.
Las llamadas empezaron a llegar a Charbonnet-Labat
Funeral Home durante su exposición el 12 de junio de Miriam Burbank, quien
murió a los 53 años y pasó su servicio fúnebre sentada ante una mesa en medio
de cascos miniatura de los Santos de Nueva Orleáns, con una lata de cerveza
Busch en una mano y un cigarrillo mentolado entre sus dedos, como había pasado
un buen número de sus días en vida.
La noticia de la disposición del cuerpo de Burbank
empezó a propagarse, cientos de personas acudieron, se propagó en línea, y
ahora aquí estaba Charbonnet recibiendo una llamada de un director fúnebre en
Australia.
El servicio de Burbank fue el segundo de su tipo que
Charbonnet había realizado, y el tercero en Nueva Orleáns en dos años. Pero ha
habido otros en otras partes, más notablemente en San Juan, Puerto Rico. Las
exposiciones ahí en los últimos años han incluido a un paramédico mostrado
detrás del volante de su ambulancia y, en 2011, un hombre vestido para su
velorio como el Che Guevara, con un habano en una mano y sentado al estilo
indio.
"Nunca dije que fuera el primero”, dijo
Charbonnet, quien mencionó el funeral en 1984 de Willie Stokes Jr., un
apostador de Chicago conocido como el Flojo, quien estuvo sentado durante su
servicio fúnebre detrás del volante de un ataúd modificado para que pareciera
un Cadillac Seville.
Nueva Orleáns, que desde hace tiempo se ha jactado de
su habilidad para incluir la “diversión” en los funerales, parece el lugar
donde este tipo de cosas pegaría, y Charbonnet se jacta de que su casa
funeraria de 132 años de antigüedad es bien conocida por sus desfiles
funerarios.
“Hace un par de semanas incluso tuvimos un mariachi
aquí”, dijo, mientras revisaba los mensajes de texto de personas a las que se
refirió casi alegremente como “quienes le odian”, aparentemente otros
directores fúnebres. Criticaban sus exposiciones como impropias o incluso
sacrílegas, una preocupación que Charbonnet admitió era compartida por su
esposa. Pero dijo que había recibido el visto bueno de un sacerdote local y
que, además, estaba cumpliendo los deseos de la familia.
El fenómeno apareció por primera vez en Puerto Rico
en 2008, cuatro años antes del primero de esos funerales en Nueva Orleáns, con
una víctima de asesinato de 24 años de edad cuya exposición tuvo lugar en la
sala de estar de su familia, con el cuerpo atado a una pared. El funeral de
Ángel Luis Pantojas – llamado el “muerto parao” – se convirtió instantáneamente
en una sensación.
Le siguió otra víctima de asesinato en una
motocicleta, junto con el paramédico y el hombre vestido como Guevara. Este
año, el cuerpo de un boxeador fue expuesto de pie en un cuadrilátero, y una
anciana fue acomodada en su mecedora. El mismo director fúnebre, de la Casa
Funeraria Marín, en San Juan, los expuso a todos.
“Ha habido un verdadero auge en Puerto Rico”, dijo
Elsie Rodríguez, vicepresidenta de la casa funeraria. “La gente ha solicitado
todo tipo de funeral que pudiera venir a la mente. Hemos realizado seis hasta
ahora, porque la gente que ha solicitado los funerales no ha muerto todavía”.
Rodríguez dijo que la idea surgió del propio
Pantojas. Su familia ha dicho que desde que asistió al funeral de su padre
cuando tenía seis años de edad, Pantojas había dicho a sus parientes que quería
que lo vieran de pie. “Esto no es una diversión o un acontecimiento divertido;
la familia está pasando por mucho dolor”, dijo Rodríguez. Con este tipo de
exposiciones, “la familia literalmente sufre menos, porque ven a su ser querido
de una manera que los habría hecho felices; los ven de una forma en la cual
parecen seguir vivos”.
Al principio, algunos en Puerto Rico criticaron los
servicios – que empiezan en unos 1,700 dólares _, una oposición que Rodríguez
atribuyó a los “celos profesionales”. La Legislatura puertorriqueña celebró
audiencias en las cuales intervinieron el Departamento de Salud y otros
directores fúnebres.
“Pensaba que propagaría competencias para el funeral
más exótico”, dijo Jorge Lugo, presidente de la Asociación de Casas Funerarias
de Puerto Rico. “Estas personas – no todas ellas, pero algunas de estas
personas que tuvieron estos funerales – pertenecían al submundo y tuvieron una
vida de dinero rápido. Me parecía que el hecho de que este tipo de personas
hicieran esto podía tener consecuencias negativas”.
Como resultó, dijo Lugo, la única otra vez en que una
casa funeraria intentó algo inusual – el velorio de un perro – fue un fiasco,
porque el perro no había sido embalsamado. Una ley aprobada en 2012 volvió
oficialmente legales en 2012 los velorios con cadáveres en poses, “en tanto la
posición no sea inmoral”, dijo Lugo.
Esos funerales siguen siendo bastante raros en
Estados Unidos, aunque no desconocidos: Este año, un motociclista muerto en
Mechanicsburg, Ohio, fue remolcado hasta un cementerio en un ataúd de plexiglás
de fabricación casera, con su cuerpo montado en su motocicleta Harley-Davidson.
Ahí, de acuerdo con su propia solicitud, fue sepultado, con todo y motocicleta.
Los servicios empezaron en Nueva Orleáns en 2012 con
la muerte de Lionel Batiste, líder de una banda y hombre elegante conocido en
la ciudad. Batiste dijo que no quería que la gente lo viera tendido en su
funeral, así que su servicio en la casa funeraria de Charbonnet, Batiste estuvo
de pie con las manos sobre su bastón y su sombrero hongo inclinado de lado.
Luego, en abril de ese año, se celebró el servicio de
Mickey Easterling, una socialité y aclamada anfitriona de fiestas. “Lo que mi
madre me dijo hace unos años fue: 'Quiero estar en mi propio funeral con una
copa de champán en una mano y un cigarrillo en la otra’”, dijo la hija de
Easterling, Nanci. Y así estuvo, saludando a sus invitados al funeral desde una
elegante banca en el vestíbulo del histórico teatro del centro de la ciudad.
En junio, Zymora Kimball llegó a la casa funeraria de
Charbonnet para pedir la exposición para Burbank, quien había criado a Kimball
como una hija. Burbank no había sido ni rica ni ampliamente conocida fuera del
vecindario al cual presidía desde una mesa en su pórtico frontal.
Kimball quería algo “extraordinario”, dijo Lyelle
Bellard, el director funerario interino, y cuando él sugirió su plan, ella
pensó que captaba de manera brillante el estilo de Burbank. Bellard dijo que no
terminó costeando más que un funeral típico. Pese al interés reciente, organizaciones
que representan a los directores de casas funerarias dicen que este tipo de
exposición sigue siendo raro, y simplemente todos, incluida Kimball, reconocen
que no es para todos.
Incluso Rodríguez en San Juan dijo que ha tenido que
rechazar algunas sugerencias que encontró desagradables o que “no tenían
sentido”. Por ejemplo, no hará un velorio con alguien en traje de baño, dijo.
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