Por: Oriana Lerner K.
Infografía: Alejandro Alemán.
En los últimos años
la conciencia ecológica ha crecido en el mundo y en la actualidad abarca todos
los ámbitos de la vida. Mucho se habla de vivir sin contaminar, pero pocos son
los que piensan en lo que viene después de la vida.
¿Cómo preservar a un
ser querido sin dañar el ecosistema? Luego de hacerse esta pregunta, el catalán
Gerard Moliné diseñó y creó la biourna: una maceta biodegradable donde se
depositan los restos incinerados de un ser querido y una semilla. Al enterrar
la biourna bajo tierra, la semilla germina en un árbol.
De esta manera la
muerte se puede convertir en un retorno a la vida y además significa un inmenso
ahorro, en cuanto a dinero y contaminación. Gerard ideó esta genialidad en
1997, pero tuvieron que pasar cinco años para que su producto fuera reconocido
mundialmente. La fama le llegó luego de ganar el concurso de la Asociación
Española de Diseño Industrial. Hoy en día cuenta con más de quince mil usuarios
en todo el mundo y distribuidores en Europa y Estados Unidos.
¿Cómo funciona?
Se trata de una
maceta fabricada con materiales biodegradables: cáscara de coco, abono orgánico
y celulosa (membrana celular de hongos y vegetales). Por dentro, la estructura
de la biourna está dividida en dos capas: en la base se colocan las cenizas (ya
sea las de un animal o una persona) y en la parte superior las semillas. De
esta manera, estas germinan separadas de las cenizas. Se puede utilizar
cualquier tipo de semilla, aunque los expertos recomiendan fresno, roble, arce
y pino por ser más accesibles económicamente y fáciles de cuidar.
Además, en este
proceso los restos incinerados de una persona son de gran ayuda para la
fertilización porque son una potente fuente de fósforo que ayudará a nutrir el
futuro árbol.
Cuando ya se eligió
el lugar donde se enterrará la urna, se tienen que mezclar sus componentes con
un poco de tierra de ese suelo. Luego se coloca la maceta a cinco centímetros
de la superficie terrestre y se vuelve a tapar el agujero con tierra. Al cabo
de un par de meses, la urna empezará a biodegradarse y las raíces serán lo
suficientemente fuertes para entrar en contacto con las cenizas. De esta
manera, el conjunto se convertirá en una sola cosa.
Una maceta como esta
necesita el mismo cuidado que una planta
común y corriente: agua, luz solar y una temperatura ambiente. La
biourna no tiene fecha de caducidad y se puede conservar indefinidamente en un
lugar fresco hasta que sea utilizada.
Entierros naturales
Enterrar a una
persona en un ataúd es lo más común en nuestra sociedad, pero definitivamente
es lo menos ecológico y económico. Según la organización estadounidense
'Consejo de Entierro Verde', se estima que en su país anualmente son utilizados
dos millones de metros cúbicos de madera y tres mil kilos de cobre y bronce para
fabricar ataúdes. Ante ello, la biourna parece ser la opción más ecológica del
mercado, ya que además reduce las emisiones de carbono en un cincuenta por
ciento.
Este concepto está
ganando popularidad en todo el mundo, la organización fundada por Moliné ya
tiene contabilizados a más de trescientos proveedores funerarios ecológicos en
Estados Unidos (en el 2008 sólo había una docena). Ahora ya no se hacen
entierros, sino eco funerales.
En el Perú aún no hay
ningún cementerio ni empresa que brinde este servicio, pero la biourna es una
marca registrada que, a través de su página web, hace envíos a todos los países
del mundo. Además, es el proveedor oficial de este producto en los cinco
continentes. El precio de envío de la urna ecológica varía entre los 75 y 100
dólares, dependiendo de la zona en la que el usuario se encuentre. El paquete
incluye una maceta y cinco semillas que el cliente puede elegir. Gerard Moliné,
el creador de la biourna, declaró recientemente a Discovery News que ya tiene
planeado el lugar donde quiere ser enterrado. Eligió un bosque en el País
Vasco, en España, y cómo no, en una biourna.
Esta se convierte en
una idea que fomenta cada vez más el uso de materiales reciclados y
biodegradables para cuidar el medio ambiente, seamos seres vivos o muertos. Es
el inicio de un futuro donde los cementerios se convertirán en bosques. Donde
el dicho “hay vida después de la muerte” cobrará mayor significado.
Fuente: http://www.larepublica.pe/21-09-2014/el-arbol-de-la-vida
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