Por Eduardo Sánchez
Lo que buscan con las actividades culturales es desmitificar los
comentarios negativos que existen sobre los cementerios.
Un lugar de memoria, que les permite a sus visitantes acercarse a la
historia de la ciudad y conocer referentes del arte y la arquitectura. También,
conocer de ciertos momentos económicos y culturales por medio de los personajes
sepultados allí.
Así es como directivos, funcionarios y visitantes definen al
Cementerio Museo San Pedro. Un espacio que narra de forma silenciosa las
transformaciones que ha vivido el arte funerario desde finales del siglo XIX
hasta la época.
Así mismo, tiene entrelazado en su estética una relación fuerte con
los cambios de la ciudad y los inicios de las expresiones artísticas en el
departamento.
Haciendo un recorrido histórico por sus instalaciones, el primer
momento que se puede apreciar es el inicio de los ‘marmoleros’ en Antioquia,
quienes realizaban trabajos en mármol no solo para las lápidas de los
cementerios sino para todo el mercado de la ciudad.
Un ejemplo de esto son los altares o los baptisterios de las iglesias
y las casas quintas de la época.
De ese primer momento de artesanos que trabajaban el mármol hay obras
en el cementerio del maestro Melitón Rodríguez –padre del reconocido fotógrafo
que lleva el mismo nombre– que plasmó su arte en las lápidas de finales del
siglo XIX y tiene un recorrido importante en el tema de la caligrafía.
Rodríguez hace que se vinculen el arte funerario con la historia del
arte en la región, puesto que es con su taller que no solamente se van a
realizar esas primeras lápidas sino que también se van a formar los primeros
artistas del departamento.
Evidencia de ello es la llegada del maestro Marco Tobón Mejía al
taller de Melitón, que se convirtió en un espacio donde los artistas
antioqueños dieron sus primeros pasos, incluso el maestro Francisco Antonio
Cano comenzó tallando lápidas.
Cabe aclarar que, además de las obras locales, muchas de las piezas en
mármol que se aprecian en el cementerio fueron importadas desde Italia, gracias
a la labor que realizó la Casa Bibolotti.
Fue así como llegó el Ángel del Silencio, entre otras esculturas, un
símbolo de los cementerios a nivel mundial “que recuerda a los visitantes que
se debe tener respeto, mas no temor por estos espacios de reposo para las
personas que han dejado el mundo de los vivos”, comentó Juan Diego Torres,
historiador y coordinador académico del Cementerio Museo.
Posterior a la época del mármol, se da en Medellín una tendencia de
crear monumentos y esculturas en bronce forjadas en las primeras décadas del
siglo XX, estas se encuentran ubicadas en la parte central del cementerio.
La incursión de artistas como Bernardo Vieco Ortiz, Álvaro Carvajal y
Constantino Carvajal hace que el cementerio cambie su estética y lleguen nuevos
materiales como el bronce, la piedra bogotana, la piedra de Valdivia y
diferentes tipos de granito.
“De esta forma el cementerio va construyendo
una historia en torno al arte y la arquitectura que se relaciona con la
historia de la ciudad. Esas transformaciones, que se van dando en los mausoleos
a partir de los materiales, es la misma que se adaptó a las fachadas de muchas
viviendas”, expuso Torres.
Es por esto que muchos visitantes dicen que la arquitectura del
cementerio es similar a la que se puede ver en las calles de la capital paisa.
“Esos arquitectos que estaban construyendo
casas nuevas en la ciudad de los vivos también construían mausoleos en la
‘ciudad de los muertos’”, agregó Torres.
Siguiendo con el recorrido temporal, en 1970 el cementerio deja de ser
privado y con ese cambio llegan nuevas estéticas y representaciones en torno a
la muerte, que pintan de múltiples colores las galerías donde reposan los
difuntos.
Las expresiones artísticas actuales incluyen piezas populares como
esquelas, tarjetas, dedicatorias, fotografías del difunto, escudos de equipos
de fútbol, entre otros.
“En términos de diseño y estética de las
lápidas el cementerio permite que las personas se expresen y le rindan homenaje
al difunto de la forma que deseen. Siempre y cuando no agredan o irrespeten el
espacio de las lápidas vecinas. Otro factor clave es que con los diseños no se
agreda la susceptibilidad de ninguna persona, organización o institución”,
afirmó Torres.
Con esas representaciones contemporáneas termina el viaje por la
‘ciudad de los muertos’, un espacio que muestra cómo ha cambiado el arte
funerario, cómo cambian las formas de enaltecer o recordar a los fallecidos. Y
cómo se relacionan el arte, la arquitectura y la cultura del Cementerio Museo
San Pedro con Medellín.
Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/cementerio-museo-san-pedro/15119596
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