Por Zoa Sanz
Hace 9.500 años los
últimos cazadores-recolectores del Mesolítico empezaron a enterrar a sus
familiares de forma sistemática en cementerios. Uno de los más importantes lo
cubría la tierra de lo que hoy se conoce como El Collado, en la localidad de
Oliva.
Siglos y siglos
después, un equipo liderado por especialistas del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que esta necrópolis valenciana
es la más antigua de la Península Ibérica. En la actualidad, el lugar se ha
convertido en un campo de naranjos de propiedad privada.
Los expertos han
datado diez de los quince cuerpos enterrados en el conjunto funerario tras
realizar el pertinente análisis de carbono 14. Los resultados indican que su
antigüedad está comprendida entre los 9.500 y 8.500 años. Los restos más
antiguos fueron enterrados en el sector sur y los más recientes en el norte.
Esta conclusión, a juicio de los investigadores, rompe con la idea de que los
primeros cementerios ibéricos fueron los asentados en los concheros
portugueses, como los ubicados en los estuarios de los ríos Tajo y el Sado.
Las argumentaciones,
publicadas en la revista Plos One, demuestran que esta necrópolis, la más
grande de España, situada en el extremo meridional del Golfo de Valencia, tuvo
un uso intermitente durante unos mil años, según informó el CSIC en un
comunicado. El empleo de este espacio con fines sepulcrales coincide, por
tanto, con otros yacimientos mesolíticos en Europa, como los de Vedbaek
(Dinamarca), Skateholm (Suecia) o Téviec y Hoëdic (ambos en Francia).
«Es significativo que
la mayor parte de estas sepulturas no se superpongan ni se corten unas a otras,
lo que indica que posiblemente se empleó algún tipo de señalización para
indicar las inhumaciones, que era reconocida y respetada mientras se mantuvo la
función funeraria de este lugar», señala el investigador del CSIC Juan
Francisco Gibaja, de la Institución Milà i Fontanals.
Precisamente, según
el libro que publicó hace unos años la Diputación titulado 'La Necrópolis
Mesolítica de El Collado de Oliva', hubo un grupo humano que se trasladó de la
Cova Foradà a El Collado por motivos de explotación del territorio. Este
ofrecía recursos marinos, como peces, cardium edule (conchas, moluscos) porque
la línea de costa estaba ya próxima, y recursos terrestres, porque la llanura y
las montañas circundantes disponían de rebaños de distintos cuadrúpedos.
De hecho, desde el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas indicaron también que el
yacimiento es además un depósito de conchas, relacionado con el consumo de
moluscos por estas comunidades, que vivían a menudo cerca del mar o de los
estuarios. «A veces inhumaban a sus muertos en estos mismos lugares. Por lo
tanto, estos moluscos tenían una función de subsistencia, pese a que en algunas
ocasiones se hayan utilizado especies concretas con fines ornamentales», agregó
el investigador del CSIC.
Los enterramientos
En el yacimiento
mesolítico de El Collado, excavado en 1987 y 1988, se documentaron 14
enterramientos a lo largo de una superficie de 143 metros cuadrados. Uno de
ellos contiene restos de dos individuos. Los datos antropológicos apuntan a que
cuatro son mujeres y siete hombres, otros dos probablemente hombres y los dos
restantes un adolescente y un recién nacido de los que no se ha podido
determinar el sexo. Algunos de ellos fueron enterrados en algún tipo de
sudario, saco o con algunos de sus miembros atados.
A finales del año
pasado, la historia de El Collado de Oliva se abordó en el Congreso Mundial de
Prehistoria celebrado en Atapuerca (Burgos). La Sección de Arqueología y
Prehistoria de la Real Academia de Cultura Valenciana que dirige el arqueólogo
y miembro de la Real Academia Nacional de Historia por Gandia, José Aparicio,
participó en él para tratar sobre este yacimiento.
Fuente: http://www.lasprovincias.es/culturas/201501/30/cementerio-anos-oliva-20150130000400-v.html
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