domingo, 3 de julio de 2011

FUNERMOSTRA, una feria en la que se demuestra que el mercado funerario,hoy por hoy, no es más que eso: un mercado





Pueda que tan viejo como la prostitución, el oficio de enterrar los muertos intenta renovarse año tras año, mostrarse como una actividad inseparable de la vida e incluso adaptarse a las extravagancias de estos tiempos convulsos. Funermostra, la feria valenciana de los servicios funerarios inaugurada ayer, es un tétrico recorrido por el último trayecto vital, incluido el que experimenta el cuerpo durante su putrefacción, que fue la materia central de una muy ilustrativa conferencia impartida ayer en el certamen por un francés experto en las técnicas de conservación y tratamiento de los cadáveres.

Las imágenes de los cuerpos en el tránsito a convertirse en polvo ofrecían un vivo contraste con el ambiente digamos festivo que se respiraba en el resto del pabellón ferial, pese a que girar la cabeza a un lado u otro conllevaba enfrentarse a todo tipo de ataúdes -incluidas réplicas de lujo como la que alberga los últimos restos del expresidente del COI, Juan Antonio Samaranch-, coches fúnebres o urnas de las más dispares formas, también las realizadas con cristal de Swarosky.
Atenta a un mundo en el que las pasiones deportivas son el centro de la vida de muchos, la firma Giem Unik ha encontrado un nicho de negocio en esa parcela del ocio y ofrece a los seguidores del Betis, el Atlético de Madrid y el Espanyol que lo deseen la posibilidad de reposar (menos los días de partido) en sus respectivos estadios, previa incineración y sin que sus cenizas destrocen el césped. La citada firma gestiona espacios memoriales en esos recintos y ahora ha sumado a su oferta el Circuit de Catalunya de Montmeló, que cada año acoge carreras de Fórmula 1 y motociclismo. Tal vez por ello, la empresa amenizó su stand con una réplica de un Ferrari que permitía hacer un recorrido virtual. Un simulador aéreo, por su parte, llenaba el espacio del tanatorio para emergencias expuesto por el grupo Mémora, el mayor de España, que exhibe féretros vistosamente serigrafiados a partir de cristal fundido que cubren la zona de la tapa donde habitualmente se coloca una cruz.
Entre los 153 expositores del certamen, el escultor colombiano Óscar de Julián exhibe porcelanas realizadas con cenizas de los difuntos y la empresa Gala Azul, ofrece por 700 euros un servicio completo de acompañamiento para depositar las cenizas de los muertos en el mar. Y aunque lo efímero de la moda casa mal con la eternidad, el certamen organizó ayer un desfile de uniformes funerarios y mostró un Cadillac de 1947 utilizado como coche fúnebre.

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