Lo vimos
recientemente en el monte Ernio, donde los municipios situados a las faldas de
esta montaña (Aia, Asteasu, Alkiza, Bidania-Goiatz, Errezil, Hernialde y
Albiztur) decidieron cortar por lo sano y retirar la gran mayoría de cruces y
estelas funerarias que habían proliferado sin control en los últimos años y
adornaban la cima sin dejar apenas espacio entre unas y otras. Pero este
fenómeno no es exclusivo de Ernio, sino que se ha convertido en una realidad
evidente en muchos otros accidentes orográficos del territorio, como Jaizkibel
o el entorno de Peñas de Aia, por citar los dos ejemplos más claros. Y suponen
un problema que las instituciones quieren atajar.
Llegó un día en que
algunos montañeros se sintieron invadidos por las placas de recuerdo que los
familiares colocaban en las montañas a sus seres queridos fallecidos tras
esparcir allí sus cenizas. Poner recordatorios en el monte se ha convertido en
algo común.
El aumento de la
cremación en detrimento de los enterramientos está en el origen de esta
extendida práctica que ahora no solo se cuestiona, sino que pasará a ser ilegal
en cuanto la Diputación de Gipuzkoa apruebe, tal y como está previsto, el
proyecto de reforma de la norma foral 7/2006 .
La primera queja la hizo
llegar en 2012 a la Federación Guipuzcoana el club montañero Urdaburu-Orereta
de Errenteria, que alertó de la proliferación de estas placas en las
inmediaciones de San Marcos y Txoritokieta.
El ente federativo
tomó cartas en el asunto y vio que esta problemática se había extendido a lo
largo y ancho del territorio, “disparándose en los últimos diez años”. Y activó
la señal de alarma ante las instituciones y partidos políticos.
Año y medio después,
su reivindicación ha conseguido que la Diputación de Gipuzkoa esté a punto de
iniciar la tramitación de una norma foral que prohibirá la colocación de estas
placas en terrenos públicos y la regulará en espacios privados en los que los
propietarios autoricen la colocación de los mismos. Por ejemplo, será necesaria
una separación mínima de 100 metros entre distintas placas para evitar concentraciones
como las de Ernio.
Previsiblemente,
según indican fuentes de la federación, y fruto de los contactos mantenidos con
distintos grupos políticos, la norma foral contará con el apoyo de la mayoría
en las Juntas de Gipuzkoa.
Esta iniciativa
coincide en el tiempo con la que los municipios de las faldas del monte Ernio
pusieron en marcha en 2013 y están culminando en la actualidad. Todos buscan
controlar una práctica que no suponía ningún problema hace años pero que en la
última década se ha convertido en motivo de preocupación. “Sobre todo las zonas
con vistas al mar, en la zona de Jaizkibel,” indican en la Federación.
El caso de Ernio ha
marcado un antes y un después. “Ernio es patrimonio de todos y no se puede
colocar allí recuerdos particulares o personales”. Con estas palabras
justificaban el alcalde de Albiztur, Gregorio Iraola, y la alcaldesa de
Asteasu, Pili Legarra, la decisión adoptada por los municipios que comprenden
terrenos del Ernio de suprimir la mayoría de las cruces que durante años se
habían ido acumulando en las inmediaciones de la cumbre, y que habían llevado a
conocer a esta como la montaña de las cruces. Buena parte de ellas fueron
retiradas a finales de agosto después de que finalizase el plazo de un año que
los municipios concedieron a los familiares y particulares para la retirada
voluntaria de estos recuerdos.
Desde 1792
De las casi 30 que
había, quedan ya solo unas pocas. Se conservarán las del calvario y la gran
cruz de hormigón que corona la cima. Se quedarán allí por su valor histórico y
como “ejemplo”. Aseguran los alcaldes que la decisión “no va en contra de la
religión ni las tradiciones” de esta montaña que muchos consideran emblemática;
casi sagrada.
La gran cruz que
remata la cima, en jurisdicción de Albiztur, la construyeron vecinos de este
municipio y de Errezil subiendo los materiales mediante yuntas de bueyes. Según
se recoge en el estudio del profesor José Ignacio Homobono El monte de las
romerías. Ernio y la polisemia de sus rituales, originariamente debe tratarse
de una cruz de término erigida para fijar los nuevos límites tras el deslinde
de los montes mancomunados en 1792. En esa época era práctica habitual la
antigua costumbre de levantar una cruz de gran tamaño junto a los mojones que
dividían varias jurisdicciones.
Fuente: http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2014/11/16/sociedad/montes-o-cementerios
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