Al visitar el cementerio de Kinsuka a comienzos de este mes, se
contaron 100 improvisados hogares en los que hay alrededor de 500 niños y
niñas de hasta 10 años. Las primeras viviendas precarias fueron
instaladas en 2010.
Consultado al respecto, el ministro de Planificación de Tierras,
Urbanización y Vivienda de la RDC, Fridolin Kaweshi, dijo que el
gobierno había prohibido la construcción de viviendas en el lugar. Así,
varias fueron demolidas en abril por orden del gobernador provincial,
pero, a la noche del mismo día, los ocupantes regresaron y construyeron
pequeños refugios con tierra y maderas.
“No tenemos otro lugar a donde ir”, dijo Cynthia Bukasa, una de las
residentes. “El gobierno tiene que tomar medidas para protegernos y
darnos un sitio en el que podamos construir”.
Bukasa explicó que su esposo, un oficial de policía, se encuentra
trabajando en la occidental provincia de Bas-Congo. Su salario de 50
dólares mensuales es el único ingreso de la familia, y eso no alcanza
para pagar un alquiler en otro lugar.
Olivier Mandja, alcalde de la comuna de Mont Ngafula, donde se
encuentra el cementerio: “Las estructuras en este lugar son obra de
soldados y miembros de la fuerza policial sobre los cuales la comuna no
tiene autoridad”.
Consultados militares y oficiales de policía en Kinsuka se negaron a
hablar, prefiriendo que lo hicieran sus esposas por ellos. Incluso
funcionarios de alto rango optaron por mantener el silencio.
Otros residentes sí estuvieron dispuestos a hacer declaraciones.
“Tenemos autorización oficial para construir casas aquí y vivir en
ellas”, aseguró Jean Mbulu, residente del cementerio y padre de tres
niñas, la mayor de las cuales tiene seis años.
Mbulu dijo que le compró la tierra a Eddy Mambuya, jefe tradicional
de Mont Ngafula, aunque no quiso mostrar documentos que lo probaran.
“Quedé asombrado cuando la gente comenzó a decir que estábamos ocupando
ilegalmente esta tierra”, señaló.
Consultado Mamabuya negó toda responsabilidad por la venta de la tierra para la construcción de viviendas en el cementerio.
“Somos nosotros los que limpiamos regularmente el cementerio”, dijo
Michel Aveledi, otro residente de Kinsuka. “Cortamos el césped y sacamos
las bolsas de plástico que invaden el lugar de tanto en tanto”.
Aveledi pidió al gobierno que construyera una escuela cercana a las viviendas.
Pero expertos creen que la salud de las familias que residen allí
está en riesgo, y pidieron a las autoridades que tomaran medidas
inmediatas.
“Los riesgos sanitarios para las personas que viven en las casas
construidas en el cementerio son enormes”, dijo el epidemiólogo Jean
Myasukila, de Kinshasa.
“Cuando los cuerpos se descomponen, liberan olores y gases que son muy dañinos para la salud, especialmente de los niños”, dijo.
“También tenemos que considerar las moscas, que se posan sobre partes
de cadáveres y sobre huesos que quedan al descubierto, y luego se
colocan en alimentos o en utensilios de cocina. Esas moscas son vectores
de microbios muy peligrosos”, explicó Myasukila.
“Es inaceptable dejar a esas familias allí, aunque sea solo por razones de higiene”, señaló.
Por su parte, el activista y experto en protección ambiental Chancey
Maroy explicó que la tierra sobre la que se encuentra el cementerio no
es estable, pues se trata de una pendiente que no está protegida con
ningún mecanismo contra la erosión.
“Las estructuras construidas en el lugar podrían también acelerar
aludes, que ya han ocurrido. Esto añade peligros para las familias”,
agregó.
Por otra parte, los residentes de Kinsuka han tenido conflictos con
quienes pretenden que el cementerio cumpla su propósito original.
A comienzos de este mes, un grupo de personas que llegaron a la
necrópolis para inhumar a su difunto pariente encontraron una fuerte
resistencia de los residentes. Estos habían construido una choza sobre
el lugar donde estaba prevista la sepultura. Las autoridades no
intervinieron, y los dolientes no tuvieron otra opción que realizar el
entierro en otro lugar.
“En el marco de un plan de acción a cinco años, el gobierno se
prepara para implementar un programa destinado a modernizar Kinshasa”,
informó el director de la oficina para la Planificación, Supervisión e
Implementación de la Revolución de la Modernidad de la RDC, Damas
Balinga.
“Hay en proceso nuevos proyectos de desarrollo de viviendas. Las
familias angustiadas solo deben tener confianza en el gobierno”,
aseguró.