domingo, 29 de junio de 2014

A cien años de la Primera Guerra Mundial: In Memoriam



Por Steven Erlanger/The New York Times
Zonnebeke, Bélgica— Al recorrer las ordenadas hileras de lápidas en los elegantes cementerios que resguardan a los muertos de la Primera Guerra Mundial se siente tanto asombro como lejanía. Con el deceso del último de los ex combatientes, la Primera Guerra Mundial, que comenzó hace 100 años, ha pasado de la memoria a la historia. Pero su eco no ha desaparecido –en tierra y geografía, en pueblos y países, en las causas y consecuencias de la guerra moderna.



El monumento situado aquí en Tyne Cot, cerca de Ypres y del fangoso terreno mortal de Passchendaele, es el panteón más grande de la Mancomunidad Británica. Casi 12 mil soldados yacen bajo tierra en este lugar –cerca de 8 mil 400 identificados tan sólo como “soldado de la Gran Guerra, Dios lo conoce”. A pesar de la inmensidad de este espacio, los soldados representan apenas una diminuta porción de los 8.5 millones o más de ambos bandos que fallecieron, y dicha cifra es solamente una fracción de los 20 millones que resultaron seriamente heridos.

Durante la primera guerra total europea, llamada la Gran Guerra hasta que vino la segunda, también perdieron la vida siete millones de civiles.

Pero el establecimiento de estos cementerios y monumentos, aquí y en poblaciones situadas en todo el Frente Occidental, constituye más que un recordatorio sobre la magnitud de la matanza. La Primera Guerra Mundial inició asimismo la tradición de recordar a los soldados ordinarios por nombre y sepultarlos junto a sus oficiales, en reconocimiento póstumo del individuo después del trauma de la carnicería masiva.

Puede decirse que la Primera Guerra Mundial comenzó el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, cuando el joven nacionalista Gavrilo Princip, que anhelaba una Serbia más grande, asesinó al archiduque Francisco Fernando y su esposa, Sofía. Los cuatro años y medio siguientes, con la guerra extendiéndose por Europa, Medio Oriente y Asia, modificaron el mundo moderno de manera fundamental.

La guerra destruyó reyes, káiseres, zares y sultanes; demolió imperios; introdujo las armas químicas, los tanques y el bombardeo aéreo; llevó a millones de mujeres a la fuerza laboral, apresurando su derecho al voto. Otorgó la independencia a países como Ucrania, Polonia y las naciones del Báltico y creó en Medio Oriente países nuevos con fronteras a menudo arbitrarias; trajo importantes cambios culturales, incluyendo un nuevo conocimiento sobre la sicología de la guerra, del “trauma de la guerra” y del estrés postraumático.

Además representó el paso inicial de Estados Unidos como potencia mundial. El presidente Woodrow Wilson terminó fracasando en sus ambiciones de un nuevo orden mundial y una Liga de Naciones creíble, desencadenando gran caos al insistir en un armisticio y apoyar una “autodeterminación” sin definir. Y la rápida retirada estadounidense de Europa contribuyó a preparar el camino para la Segunda Guerra Mundial.

Los historiadores todavía discuten en torno a la responsabilidad por la guerra. Algunos continúan culpando a Alemania, mientras que otros describen un sistema de rivalidades, alianzas y ansiedades, motivadas por inquietudes sobre la creciente debilidad de los imperios astrohúngaro y otomano y la creciente fuerza de Alemania y Rusia que probablemente de todos modos desembocaran en guerra, aun si había algún otro pretexto para tomar las armas.

Pero los legados emocionales son diferentes para países distintos. A pesar de lo sangrienta, para Francia la guerra fue una respuesta necesaria ante la invasión. Impedir que el ejército alemán llegara a París durante la primera batalla del Marne significaba la diferencia entre la libertad y la esclavitud. La segunda batalla del Marne, por fin con la ayuda de soldados estadounidenses, constituyó el inicio del fin para los alemanes. Esta era la “buena guerra” francesa, mientras que la Segunda Guerra Mundial fue un embarazoso colapso, con considerable colaboración.

Para Alemania, la cual había invertido fuertemente en la maquinaria de guerra, se trató de una derrota casi incomprensible, preparando el caldo de cultivo para la revolución, el revanchismo, el fascismo y el genocidio. Curiosamente, dice el historiador de guerra Max Hastings, tal vez Alemania hubiera dominado económicamente Europa durante 20 años si no hubiera ido a la guerra.

“La más grande ironía de 1914 es que muchos de los gobernantes de Europa sobrevaluaron gravemente el poder militar y subestimaron gravemente el poder económico”, dijo Hastings, enfatizando lo anterior cuando habla con generales chinos. Los alemanes, también, aún están reconciliándose con su pasado, inseguros sobre cuánta presión deben poner a su poder económico y político actual en Europa.

Para Gran Bretaña, aún está por debatirse si los británicos debieron o no entrar a la guerra. Pero en verdad lucharon, con millones de voluntarios hasta que los muertos se acumularon en cantidades tan grandes que el reclutamiento militar tuvo que hacerse obligatorio en 1916. El recuerdo del primero de julio de 1916, el primer día de la Batalla de Somme –cuando 20 mil soldados británicos murieron, 40 mil resultaron heridos y el 60 por ciento de los oficiales fueron aniquilados– ha marcado la conciencia del pueblo británico, al grado de haberse convertido en sinónimo de lo que viene a ser una masacre sin sentido.

“La idea de que la guerra fue inútil e innecesaria aún sigue siendo tema de discusión en Gran Bretaña”, dijo Lawrence Freedman, profesor de estudios bélicos en la Universidad King’s College, en Londres. 

martes, 24 de junio de 2014

A 100 años de la Primera Guerra Mundial Sabaton recuerda el fracaso inglés en Gallipoli


A 100 años de la Primera Guerra Mundial Iron Maiden recuerda la temible Batalla de Paschendale


Colombia: la triste búsqueda de la identidad de los NN







Fuente: http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/cementerios-en-colombia-no-reportan-sus-nn/20140623/nota/2288051.aspx

En Colombia se realizó una detallada encuesta para identificar los restos de personas desaparecidas  y que han sido enterradas en cementerios de diversas localidades. El objetivo de la encuesta era iniciar un trabajo de identificación que estaría a cargo de la Subdirección de exhumaciones de la Fiscalía. El formulario de preguntas fue enviado a las autoridades de más de 1.000 municipios en todo el país y sólo en los 100 que respondieron.
El total de NN en los cementerios superó los 2.000, algo que para los expertos del CTI se habría evitado de reportar a tiempo su ubicación.
Departamentos como Meta, Cundinamarca, Antioquia, Caquetá, Nariño, Norte de Santander y Putumayo son los de mayor número de personas fallecidas y sin identificar.
El asunto es más complicado que simplemente no reportar los NN, le dijo a Caracol Radio uno de los científicos de exhumaciones en la Fiscalía.
“De conocer que en cierto cementerio hay tal número de NN, se dispone un equipo de científicos para que adelanten labores de identificación y quizá, a las personas que buscan a sus seres queridos reportados como desaparecidos, se les hubiera dado ya una respuesta”.
Los cientos de muertos sin identificar en los municipios que respondieron la encuesta, dejan en evidencia, según la Fiscalía, un desinterés por el tema y en algunos casos falta de preparación o desconocimiento de los funcionarios que realizan las primeras diligencias luego del fallecimiento.
Las muertas fueron por causas tan comunes como accidentes de tránsito o riñas, algunos de forma natural, pero lo cierto para la Fiscalía es que muchos se habrían identificado con un trabajo más riguroso tanto de los investigadores de la Policía, los guardas de tránsito y hasta los peridotos de Medicina Legal.
En un trabajo de identificación que realizó la subdirección de exhumaciones de la Fiscalía en algunos de los cementerios que reportaron la encuesta y el número de NN que tenían, fue posible establecer la plena identidad de al menos 100 cuerpos que se han entregado gradualmente a sus familiares.
Es posible entonces disminuir la brecha entre establecer la desaparición de una persona y darle una respuesta a quien la busca. En varias publicaciones internas la Fiscalía presenta informes sobre la situación de NN en cementerios como La Macarena y Granada en el Meta y San José de Guaviare en el Guaviare; la situación es la misma, muchos fueron identificados, pero son más lo que siguen en lista pues la falta recursos y presupuesto son ahora el principal problema.

La subdirección de exhumaciones de la Fiscalía junto con el Instituto de Medicina Legal presenta periódicamente un informe a manera de cartilla con las imágenes de muchos NN que fueron encontrados en jornadas de identificación en todo el país, la publicación se conoce como la Revista Rastros.
Algunos con nombre otros con señas físicas muy características, aparecen en un álbum en el que familiares de desaparecidos pueden establecer si su ser querido ya fue encontrado por los investigadores, desafortunadamente muerto.
Desde 2007 los fiscales, científicos e investigadores han exhumado más de 5.000 cuerpos de víctimas de la violencia, 2.699 ya fueron identificados  y 589 ya fueron entregados en ceremonias a sus familiares. Otros 2.551 no han sido identificados y a estos se les suma los encontrados en los cementerios como NN.
En las cartillas informativas que presenta la Fiscalía para facilitar la identificación de los NN, cuando ningún método científico resulta convincente, los fiscales diseñaron un álbum de prendas, de ropa que utilizaron las personas en el momento de su muerte. Un compendió de chaquetas, sacos, zapatos, ropa interior y hasta accesorios como anillos, relojes y aretes de los NN aparecen con reseña en el álbum. En cada prenda la Fiscalía entrega una descripción de cómo, cuándo y dónde fueron encontrados para limitar la búsqueda de seres queridos.

Las cartillas presentadas en cada inspección y cada procedimiento de exhumación, resultan para los mismos fiscales, una muestra tenebrosa de signos de violencia y maldad en el país, pero son al mismo tiempo un trabajo de dedicado de científicos al servicio de la verdad.