por CARMEN PLANELLES (EFE)
MADRID.-
Descansen en paz el luto, los ritos fúnebres y otros elementos que
tradicionalmente han rodeado al hecho irreversible de la muerte. Al
tiempo que la sociedad "pasa de puntillas", las empresas de servicios
funerarios se afanan en adaptarse a las nuevas formas de vivir el adiós a
los seres queridos.
"Se considera que hablar de muerte es pornográfico, no está bien
visto", asevera la profesora de Antropología Social María Cátedra. "La
sociedad pone mucho énfasis en los aspectos vitales y en la juventud. La vejez y la muerte quedan relegados a un segundo plano".
"Hoy en día uno se enfrenta muy poco con la muerte y eso es negativo.
Porque si no te planteas la muerte, tampoco te planteas lo que es la
vida. Se tiende a pasar de puntillas por los rituales mortuorios",
explica.
La psicóloga social y perito forense Eva Castro considera que los países más civilizados de Occidente en la actualidad "rehúsan a hablar de los muertos, quizá por la influencia hedonista de la publicidad. La actitud social ante la muerte es de rechazo, casi de ocultación".
La muerte, en ese ámbito, se convierte en un problema sanitario: se
encarga al hospital primero y a la funeraria después que manejen todo lo
referente a los restos, en contra de la percepción de "tema familiar"
que se produce en las sociedades pequeñas, dice la psicóloga.
Detrás de esta visión de los expertos , con motivo del próximo 1 de
Noviembre, celebración del Día de Todos los Santos, los responsables de
las empresas de servicios funerarios perciben actitudes reales de cambio
en la forma en que las familias quieren que se gestione la despedida a
un ser querido.
Catering en el Velatorio
"Es evidente que el sector ha evolucionado porque hoy no se quiere el
mismo entierro para un familiar que hace diez años", explica Juan
Valdivia, vicepresidente de Funespaña, grupo dedicado a los servicios
funerarios.
Cualquier pueblo, en cuanto pase de 500 o 1.000 habitantes quiere tener su propio tanatorio
porque "hoy no queremos velar los cadáveres en casa". Esta necesidad de
recibir a la familia y amigos en un lugar ajeno ha hecho que las
empresas funerarias oferten todo tipo de servicios, desde música, a catering dentro de las salas, y hasta un sistema de SMS, instalado recientemente en el tanatorio de la M-30 de Madrid, para enviar condolencias personalizadas a los familiares.
Todo un negocio en torno a la muerte del que no escapa casi nadie, ya
que un 70% de los españoles tiene suscrito un seguro de deceso en sus
distintas fórmulas -dice Valdivia-, a través de un seguro de vida, del
banco o de la tarjeta de crédito.
"Y ello le garantiza que con una simple llamada se ponga en marcha
todo el proceso. Mucha gente tiene el seguro no por falta de medios,
sino por la tranquilidad de que te solucionen todo", asegura.
Costumbres obsoletas
Para el antropólogo y presidente de la Sociedad Española e
Internacional de Tanatología (SEIT), Alfonso García, "el rito en torno a
la muerte ha dejado de pertenecernos, perdiendo con ello su
significación".
Por un lado se ha "profesionalizado" porque las empresas funerarias
"se han apropiado de la gestión de las secuencias ceremoniales de todo
el proceso", y por otro lado, "la tradición católica deja un margen
reducido a la actuación no prescrita".
Ambos elementos -asegura- se han impuesto a las convicciones personales y colectivas y han favorecido el "anquilosamiento del procedimiento".
Este antropólogo cree que "a duras penas surgen movimientos que permitan modificar esta costumbre. La movilización social es casi inexistente porque obedece a una cultura que rechaza la muerte de la esfera social", explica el antropólogo.
El luto -dice Alfonso García- es considerado hoy en el proceso de
negación de la muerte como una "costumbre obsoleta", arraigado sólo en
el medio tradicional. "No se entiende como una expresión externa de
dolor, ni como un hábito ceremonial para sacralizar la despedida".
"Antes era un acontecimiento y era un período en el que uno se iba
adaptando a vivir sin la persona querida", explica María Cátedra. "Es
cierto que a veces el luto era excesivo, machacaba a las chicas jóvenes,
pero era una cosa obvia con la que uno vivía", recuerda la antropóloga,
que cree que el abandono de esta tradición es uno de los síntomas de
que en "la vida cotidiana es mucho menor el peso de la muerte".
20 minutos en el crematorio
"El duelo como práctica también ha desaparecido"
-explica la psicóloga Eva Castro. "Los funerales se hacen breves y la
cremación se vuelve cada vez más frecuente. En muchas ocasiones los
servicios fúnebres se reducen a veinte minutos en un crematorio"
Las incineraciones, que fueron la gran revolución en los servicios funerarios, están por encima del 30% de media en España. Hace sólo 10 años no llegaban al 20%, afirma Juan Valdivia.
Y en el 15% de los entierros que se celebran en la Comunidad de
Madrid, los familiares declinan los servicios religiosos que se ofrecen,
según Gabino Abanades, director de servicio de la Empresa Mixta de
Servicios Funerarios de Madrid.
En estos casos, y salvo alguna ceremonia aislada en la que los
familiares hayan preparado algo especial, la duración del rito es aun
menor, afirman en esta empresa.
"Y a menos ritual más soledad, porque los rituales sirven para dar expresión
a conflictos y penas, y el tema es que cuando la gente entierra a su
muerto, no siempre puede enterrar su pena", asegura María Cátedra.
Esta antropóloga explica que, según un estudio hecho en Inglaterra
sobre el luto, en los países protestantes, donde hay menos rituales
fúnebres y, por lo tanto, no se expresa tanto la angustia ante la
muerte, los viudos y viudas se suicidan más que en los países católicos.
Y por otro lado, cada año hay menos afluencia a los cementerios el 1
de noviembre. El gran número de cremaciones y de custodias familiares es
el motivo por el cual, el oficial de cementerios de la Comunidad de
Madrid Miguel Valero, cree que ha disminuido considerablemente las
visitas a los camposantos.
Por ejemplo en Madrid, de enero a septiembre de este año, un 51% de
las cenizas de personas fallecidas pasaron a la custodia familiar, un
39% se depositaron en columbarios, nichos o en el "jardín del recuerdo"
de los cementerios, y un 4,25% fueron custodiados por los cementerios al
no ser reclamados por los familiares, según las cifras facilitadas por
la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid.
Fuente: http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/10/26/economia/1225013738.html