jueves, 19 de septiembre de 2013

Funeraria proponer borrar la huella virtual de los difuntos


Zaragoza: Una empresa funeraria que ofrece más de la mitad de sus servicios a través de Internet. Esa fue la idea de Begoña Giménez, Carmen Sánchez y Marta Sariñena cuando comenzaron a perfilar su empresa, Artmemori, situada en Tamarite de Litera (Huesca).
Sin duda alguna, los servicios más novedosos son los que ofrecen bajo el nombre de “gestión póstuma de la identidad virtual”. Con las nuevas tecnologías, cuando una persona fallece deja atrás su patrimonio virtual, como páginas de Facebook, Twitter, correo o blogs.
Todo surgió a raíz de una experiencia personal, “en la que vimos que en las funerarias había una fuerte carencia respecto a cubrir algunas necesidades de las familias en duelo, algunos detalles que cuando uno sufre una pérdida se echan en falta”, ha comentado una de las creadoras de la empresa, Begoña Giménez.
Si la familia posee las contraseñas virtuales de su ser querido, Artmemori se ofrece a recuperar sus datos informáticos, recopilar sus contraseñas, cancelar sus cuentas y notificar su defunción en las redes sociales y cuentas de correo, y traspasar el contenido de sus cuentas.
Algunos no quieren borrar su huella virtual sino dejar un pequeño recuerdo de su ser querido en la red. Artmemori ofrece a las familias la posibilidad de crear una web “en la que pueden subir fotos, vídeos, poemas, anécdotas, recuerdos… lo que la familia considere oportuno para compartir con su entorno. Posteriormente, los amigos y familiares pueden enviar, a través de la web, sus condolencias o poner una vela como homenaje”, ha explicado Giménez.
También ofrecen la posibilidad de crear una caja de seguridad virtual, donde guardar su información más preciada, un testamento virtual certificado y la creación de una memoria digital a través de su identidad virtual. Asimismo, pueden gestionar la reputación virtual a través de la creación de perfiles póstumos en las redes sociales.
Lápidas con códigos QR
Las nuevas tecnologías no se quedan ahí. Begoña Giménez ha explicado que “hemos intentado evolucionar tecnológicamente” y ofrecen la posibilidad de insertar un código QR en la lápida del difunto para que sea recordado de una forma diferente.
“Generamos un código QR para que las funerarias puedan insertarlo en las lápidas y recordatorios. De esta forma, el típico recordatorio que se entregaba en los funerales ya incluye este un código QR, de manera que es como una especie de esquela virtual”, ha comentado Giménez.
Este código QR se puede leer a través de una aplicación que se instala en el móvil, y con la que se puede ver la esquela, imágenes o una web del ser querido.
Un servicio hecho a medida
Emprender en época de crisis no resulta imposible ya que, aunque tiene su parte negativa, “porque cuesta más encontrar recursos y las personas no están tan dispuestas a gastar en según qué”, desde Artmemori han sabido encontrar el nicho de mercado en el ámbito funerario: “las funerarias se han dado cuenta de que hay gran competencia y es necesario ofrecer servicios de valor añadido”.
Artmemori ofrece “un servicio hecho a medida de cada cliente y personalizado, por lo que lo denominamos boutique online”, ha asegurado Giménez. La empresa oscense está abierta desde el mes de mayo y ya ha recibido numerosos clientes interesados en un homenaje diferente y personalizado para sus seres queridos.
No todos los servicios que ofrecen son de pago. El acompañamiento en el duelo es el servicio que más éxito está teniendo. Además, “a través de las redes sociales o del blog la gente nos plantea sus dudas, nos explica sus experiencias y nos transmiten su necesidad de información”, ha destacado Giménez. Es ahí cuando, dependiendo del tipo de consulta, el servicio de asesoramiento puede ser gratuito.
fuente:  http://www.aragondigital.es/noticia.asp?notid=111332

domingo, 8 de septiembre de 2013

Reinar después de muerta: Inés de Castro


Inés deCastro muerta en su trono
 
Realidad y ficción se entrelazan en el personaje de Inés de Castro, la doncella gallega cuyo romance con el infante Pedro, futuro rey de Portugal, marcó la historia y la cultura lusa. La historia de amor entre Pedro e Inés ha inspirado durante siglos la literatura portuguesa y todavía hoy sigue siendo temática de algunas novelas actuales. Una historia de amor con un trágico desenlace que ha ayudado a crear una leyenda alrededor de sus personajes en cuyas vidas existían todos los ingredientes necesarios para escribir una gran novela. Un amor ibérico, un amor prohibido, vivido en medio de guerras, intrigas y luchar de poder. La narrativa que llega a nuestros días se basa en registros históricos aunque algunos detalles pertenecen al campo de la leyenda, fruto de la imaginación popular y del talento de muchos artistas. 

  Coronación de Inés de Castro difunta

Reina, después de muerta, Inés de Castro fue amante, esposa, amiga y compañera del infante Pedro, con quien tuvo cuatro hijos. La figura de Inés, a pesar de ser gallega, es más conocida en Portugal, donde está enterrada junto a su amado Pedro en el monasterio de Alcobaça. “Inés de Castro es el mito femenino más irresistible de la historia de Portugal”, explica a ABC la escritora lusa Margarida Rebelo Pinto, autora de la novela histórica “Mi querida Inés”, una de las últimas obras publicadas sobre este personaje. Recuerda que la doncella gallega “es la mayor heroína romántica de Portugal que provoca muchas emociones”.
No hay consenso en los libros sobre el lugar y la fecha de nacimiento de Inés de Castro aunque no hay dudas de su origen gallego. Parece que nació en A Limia o en Monforte, en 1320, 1321 ó 1325, según las distintas fuentes. Era hija bastarda de don Pedro Fernández de Castro, primer señor jurisdiccional de Monforte de Lemos y nieto del rey Sancho IV el Bravo, y de Aldonza Soares de Valladares, dama de origen portugués. Pasó su infancia en el palacio del duque de Peñafiel y marqués de Villena, don Juan Manue,l donde estuvo en contacto con poetas y artistas. Entabló una estrecha amistad con la hija del duque y prima suya, Constanza Manuel, quien la eligió como dama de compañía en su viaje a Portugal donde debería casarse con el infante Pedro, hijo del rey portugués Alfonso IV el Bravo.

Fonte dos Amores, sitio de reunión de los amantes

Pedro nació en 1320 y creció en Coimbra, entonces capital del reino. Conoció a Inés en la víspera de su boda con Constanza. El infante no quería casarse una vez que su padre no le dejaba escoger a su futura compañera y resulta fácil entender que se dejase arrebatar por la belleza de Inés. Los libros la describen con una joven rubia y elegante. Una pasión correspondida que era evidente a los ojos de la corte. Por eso Constanza decidió que Inés fuese la madrina del bebé que esperaba ya que ese tipo de parentesco espiritual hacía imposible la unión que se dibujaba cada día de forma más indiscutible, según relata la historiadora portuguesa Maria Zulmira Furtado Marques, en “La tragedia de Pedro e Inés”. Una relación que nunca se llegó a establecer porque el pequeño Luís falleció a los pocos días de nacer.
Corría el año 1344 y el rey Alfonso IV, molesto por el amor adúltero de su hijo con Inés, decide mandarla para el exilio. Se fue a Alburquerque, en Castilla, y desde allí siguió enviando y recibiendo cartas de su amado. Un año después Constanza muere en el parto del infante Fernando y de esta forma Pedro se ve libre del matrimonio de conveniencia. Así logra traer de vuelta a su amada y la instala en un palacio próximo al monasterio de Santa Clara, para poder verla desde su cuarto.
Pedro e Inés vivieron entonces sus años más felices, en los que tuvieron cuatro hijos en el plazo de cinco años (Afonso, João, Diniz y Beatriz) y en 1354 se casarían en secreto ante el obispo de Guarda. La Fonte dos Amores (Fuente de los Amores) era testimonio de las confidencias de la pareja, fuente que sigue hoy manando agua y por la que pasan turistas e historiadores para conocer el local del mítico romance.
Pedro se fue poco a poco aproximando de dos hermanos de Inés, Álvaro y Fernando de Castro quienes vieron la oportunidad de obtener el apoyo portugués en la lucha establecida contra el rey de Castilla y llegan incluso a ofrecer al infante el trono. Por su parte Alfonso IV se oponía a esos planes ya que si Castilla se molestaba la independencia de Portugal estaba en riesgo. Y tampoco se fiaba de los hermanos de Inés porque pensaba que podían estar tramando algo contra su nieto Fernando, hijo de Pedro y Constanza, para poder llevar al poder a uno de los cuatro hijos bastardos. Es decir, Inés fue considerada una amenaza para el Estado portugués. Tres de sus consejeros (Pedro Coelho, Álvaro Gonçalves y Diogo Lopes Pacheco) convencieron al rey en elegir la muerte de Inés como la única posibilidad para acabar con tantos riesgos políticos. El 7 de enero de 1355 los tres caballeros leales al rey ejecutaron su voluntad. La degollaron sin piedad y enterraron su cuerpo en la iglesia de Santa Clara. La historiadora lusa Ana dos Santos, en su tesis sobre História Medieval y del Renacimiento, llama la atención al hecho de que la muerte real de Inés difiere a lo que se ha divulgado a través de la literatura romántica según la cual “Inés fue apuñalada a manos de los consejeros del rey”.
Pedro, que estaba ausente, al enterarse del triste fin de su amada entró en cólera y emprendió una lucha contra su padre provocando duros enfrentamientos. La reina madre, Doña Beatriz, tuvo que intervenir para que firmasen una tratado de paz en agosto de ese año. Dos años más tarde, en 1357, murió Alfonso IV y subió al trono Pedro quien en su primer acto como rey fue mandar buscar a los asesinos de Inés de Castro refugiados en Castilla. En 1360 confesó su boda secreta con Inés de Castro por lo que se convertía en reina merecedora de todas las honras. Así, ese mismo año, en el mes de abril, el cuerpo de su amada fue transferido solemnemente del convento de Coimbra al monasterio de Alcobaça, donde se enterraban a los monarcas portugueses. Pedro mandó construir para ella un mausoleo de piedra blanca en cuya tapa se representó la cabeza de Inés coronada como si hubiese sido reina. Reza la leyenda que mandó también colocar el cuerpo de Inés en el trono, puso una corona en su cabeza y obligó a los nobles a besar la mano del cadáver. El rey Pedro I también mandó esculpir su tumba, en la que se escenificó toda su vida. Al morir, en enero de 1367, le enterraron próximo de Inés. Sin embargo, en lugar de colocar las tumbas una al lado de la otra, quedaron una en frente de la otra para que en el día de la resurrección se pudiesen levantar y caer en los brazos uno del otro.

 
Sarcófago de Inés de Castro

Pedro e Inés representan el prototipo de pareja ideal, un amor trágico que “por su corta existencia terrena nunca llega a conocer el realismo de lo cotidiano y la conversión de los sentimientos más nobles en mundanos, cansados y desilusionados”, explica Ana dos Santos en su tesis.Pedro e Inés nunca existirán por separado, porque “su identidad depende de la relación y la presencia del otro”. Representan una unión de dos partes, “dos mundos, totalmente diferentes, cuyas diferencias pactaron una separación y trágico final”. La descendencia de la pareja se fue integrando por las casas reales europeas e incluso se llegó a publicar que en los siglos XV y XVI la mayor parte de la Europa coronada descendía de Inés. La princesa Beatriz se casó con un hijo bastardo del rey de Castilla, llamado Sancho de Alburquerque. La hija de esta pareja, Leonor Urraca, nieta de Pedro e Inés, fue la mujer de Fernando, rey de Aragón, Sicilia, Nápoles, Valencia y Mallorca. Una descendencia que con el paso de los años nos lleva hasta el emperador germánico Maximiliano I y al rey portugués Manuel I. Para el trovador luso García de Resende la descendencia de Inés fue su victoria póstuma, porque por los frutos de su relación con Pedro ella logró vencer su trágico destino. 

Fuente: abc.com

El misterio del cementerio de ''vampiros'' de Gliwice es develado


El misterio del cementerio de "vampiros" de Gliwice (Polonia), diecisiete tumbas de hace más de cinco siglos con esqueletos decapitados que llenaron páginas de los medios locales este verano, ha sido aclarado por el mismo arqueólogo que descubrió los enterramientos. 
Eran "gente diferente, enfermos, jorobados, demasiado altos o demasiado bajos, por ejemplo; gente inocente usada como chivo expiatorio cuando llegaban amenazas como la peste", explicó esta semana Jacek Pierzak. 
Cuando los arqueólogos abrieron una antigua tumba cercana a una carretera en construcción cerca de Gliwice, sureste de Polonia, se encontraron con una escena que parecía sacada de una película de terror: un presunto enterramiento vampiro. 
El cementerio "vampiro" se descubrió en julio y ha resultado ser el enterramiento más grande de este tipo hallado hasta ahora en el mundo: 44 tumbas de las cuales 17 contenían cuerpos decapitados, con la cabeza entre las piernas, en la mano o sobre uno de los hombros, siguiendo el ritual con el que en Europa del Este se enterraba a los sospechosos de ser vampiros. Estos enterramientos confirmaban la práctica de la antigua creencia eslava que indicaba que a los considerados "no muertos" se les debía enterrar de manera especial, para evitar así su retorno al mundo de los vivos. 
"Los cuerpos pertenecían a personas que presuntamente fueron acusadas de ser vampiros", señaló Pierzak en una entrevista publicada por el portal tvn.pl, decapitadas "posiblemente con una espada" y por un "verdugo especialista". "Se trata de un ritual para evitar que el mal que presuntamente contenían esas personas volviera a la vida", añadió el arqueólogo, que considera que los allí enterrados no eran más que personas "diferentes" del resto, posiblemente con alguna discapacidad que hacía que el resto de la comunidad los mirase con recelo. 
En el considerado "cementerio maldito" de Gliwice descansan personas marginadas, degenerados, deformes o, simplemente, inocentes culpables sólo de ser diferentes, explicó Jacek Pierzak. Estas personas fueron víctima de "una emoción humana normal: el miedo a lo desconocido", añadió. Los enterramientos se remontan a finales del siglo XV o principios del XVI, apuntó Pierzak, quien reconoce que no ha encontrado ninguna mención a este cementerio "olvidado" en ninguna crónica o documento de la ciudad. En las tumbas no se encontró ninguna posesión de los fallecidos, como joyas, instrumentos o armas que permita tener más información de su origen; lo único que hallaron los arqueólogos en una fosa fue un elemento similar a una pinza de ropa.
Fuente: http://www.informador.com.mx

Cementerio Musulmán de Austria gana el premio Aga Khan


(Agencia EFE)
El Premio Aga Khan distinguió hoy cinco proyectos arquitectónicos del mundo musulmán reconocidos por su función social, entre ellos un cementerio islámico en Austria que ayudó a superar conflictos religiosos.
El prestigioso galardón, concedido cada tres años, reparte un millón de dólares (0,75 millones de euros) a partes iguales entre los distinguidos, y su ceremonia de entrega se celebra hoy en Lisboa con la presencia del príncipe persa Karim Aga Khan y del presidente portugués, Aníbal Cavaco Silva.
Junto al cementerio de Altach (oeste de Austria), fueron reconocidos proyectos como la rehabilitación de la ciudad palestina Birzeit, un hospital ecológico de Sudán, un puente que une Rabat y Salé (Marruecos) y la remodelación del bazar de Tabriz (Irán).
Aunque la notable suma ha dado fama internacional al certamen, su original filosofía lo ha ayudado a ganar prestigio, al nominar proyectos de todos los tamaños, pequeños y grandes, en los que se evalúa con gran atención el cumplimiento de sus objetivos sociales.
"Nos importa su impacto en la comunidad. Nosotros vamos al sitio después de estar construido y comprobamos que el proyecto funciona", explicó a Efe el director del galardón, Farroukh Derakshani.
O en palabras de Hanif Kara, uno de los jueces que visitó los lugares más importantes de las 500 nominaciones, "se quita el azúcar" al lujo arquitectónico para ver los hechos y cómo la gente utiliza los edificios.
En Altach, el arquitecto austríaco Bernardo Barder tuvo que lidiar, junto a ONGs, autoridades municipales y líderes de la comunidad musulmana, con los miedos auspiciados por grupos islamófobos en la región.
"Tuvieron que creer en mí y tuve que ganarme y trabajar día a día a la comunidad", explicó a Efe Barder.
El cementerio islámico, de líneas minimalistas y localizado en un idílico enclave de la naturaleza, reunió por primera vez a los diferentes subgrupos musulmanes de más de 90 municipios y consiguió aplacar las polémicas sobre la presencia de la comunidad musulmana en el debate público.
"Con información y tiempo, conseguimos evitar problemas con grupos islamófobos y crear un modelo de cooperación entre la comunidad islámica y las autoridades austríacas", señaló a Efe una de las mediadoras del proyecto, Eva Grabherr.
Otras obras premiadas se centraron en la rehabilitación, como la de la ciudad Birzeit, en el norte de Ramala, donde se restauró el patrimonio arquitectónico en ruina al mismo tiempo que se revivían oficios de artesanos abandonados.
"Pusimos a jóvenes y mayores a trabajar y demostramos cómo la sociedad civil puede organizarse cuando faltan poderes centrales", señaló el arquitecto Khaldoun Bshara en una rueda de prensa en Lisboa.
El iraní Akhbar Taghizadeh capitaneó la reforma del bazar de Tabriz (Irán), un vasto complejo de 27 hectáreas y más de cinco kilómetros en ruinas que empezó a ser reconstruido por el Gobierno y con el que, ante el éxito de las mejoras, los propios comerciantes acabaron por tomar la iniciativa.
En Marruecos, el puente ideado por Marc Mimram comunicó las ciudades Sale y Rabat y, más allá de resolver problemas de tráfico, creó un espacio público para los habitantes de ambas con paseos, riberas y bancos.
Aunque de menor escala, el jurado reconoció igualmente el éxito del hospital de cirugía cardiaca de Salam en Jartum (Sudán), que ha atendido desde 1994 a 5,4 millones de pacientes de 23 países de África, muchos de ellos en conflicto.
Impulsado por la ONG italiana Emergencia y construido por el estudio de Venecia Tamassociati, el complejo presenta innovadoras soluciones ecológicas con paneles sociales y la reutilización de 90 contenedores.
En la edición anterior en 2010, uno de lo distinguidos fue el Museo de Medina Azahara en Córdoba, obra de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Soberano.
Nacido en Ginebra (Suiza), Aga Khan, considerado descendiente del profeta Mahoma, es el líder espiritual de los ismaelitas y ha impulsado grandes proyectos económicos, sociales y artísticos.