La expresión sepulcros blanqueados es una metáfora que emplea Jesús en el Evangelio de San Mateo para comparar a los fariseos con sepulcros blanqueados, relucientes por fuera, pero llenos de podredumbre repugnante y vomitiva en su interior. Esta metáfora y sus variantes, como blanquear sepulcros, blanqueador de sepulcros, etc. se sigue empleando para tachar a alguien de hipócrita, farsante, fariseo, inconsecuente con sus ideas, alguien que predica agua y bebe vino. Sepulcro blanqueado es sinónimo de ocultamiento de la corrupción.
En tiempos de Jesucristo, se blanqueaban los sepulcros para que no se pasara inadvertidamente sobre ellos, contrayendo impureza según la Ley mosaica.
En Mt 23,1-39, Jesús resume su juicio que tantas veces había proferido sobre los escribas y los fariseos, a fin de prevenir al pueblo contra sus engaños hipócritas. Ya en Mc 12,40 decía:
"Guardaos de los sabios a quienes les gusta andar con vestiduras largas y recibir saludos en las plazas, y los primeros asientos en las sinagogas y los primeros sitios en los banquetes; que devoran los bienes de las viudas fingiendo rezar mucho: ésos recibirán mayor condena."
Jesús fustiga la hipocresía. Aparentar por fuera lo que no se es por dentro, como había condenado los árboles que sólo tienen apariencia y no dan fruto. Jesús desautoriza a las personas que cuidan su buena opinión ante los demás, pero dentro están llenos de maldad. Personas que de palabra se distancian de los actos de corrupción, pero en realidad la siguen practicando en cuanto se les presenta la ocasión.
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