Miles de personas de la región andina de Bolivia pusieron fin hoy a una semana dedicada a los muertos con la fiesta de las "ñatitas", culto a las calaveras humanas que se celebra cada año en los cementerios del altiplano.
Es una tradición de origen incierto y que podría datar de la época precolombina, según la cual los vivos conservan en sus casas las calaveras de difuntos, ya sean familiares o completos desconocidos, con la intención de que les protejan de todo tipo de males y les ayuden a lograr bienestar y prosperidad.
Cada 8 de noviembre los dueños de las "ñatitas" adornan a sus preciadas calaveras con todo tipo de abalorios, flores, gorros y hasta gafas de sol, para acudir con ellas a los cementerios con la intención de bendecirlas, rendir culto a sus almas y hacer peticiones para que se cumplan sus deseos y necesidades.
"Este es mi salvador. Lo tengo desde hace 28 años y le tengo mucha fe. Gracias a él todos mis deseos se me cumplen. Le traigo hoy al cementerio porque el 8 de noviembre es su cumpleaños", dijo a Efe en el cementerio de La Paz una mujer que mostraba la calavera de un varón desconocido para ella que encontró en su lugar de trabajo.
También hay quien acude a las necrópolis sin poseer calavera alguna y pasa las horas transmitiendo sus deseos a los cráneos de las fosas comunes, donde los operarios de los cementerios entierran a los que no tienen quien les de sepultura, para volver a sacarlos de la tierra una vez al año.
"Yo tengo la calavera de mi papá, pero prefiero venir a la fosa común, donde está el poder de la comunidad. Vengo porque alguien me debe harta plata y quiero que las ñatitas me ayuden a cobrar la deuda que se me debe", dijo otra mujer que asistió hoy al cementerio de La Paz.
El culto a las calaveras pareció adscrito durante años a la religión católica, pero hoy se aprecia como parte del sincretismo entre lo cristiano y lo aimara, representado por calaveras de las que cuelgan crucifijos y cuyos dueños acuden a los yatiris (chamanes andinos) para que sean bendecidas.
Numerosos grupos de música ofrecen canciones alegres a las calaveras y a sus dueños, porque "el 8 de noviembre es un día para festejar", declaró a Efe uno de los guitarristas que trabajaba en el cementerio.
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