El edificio continúa creciendo, pero en medio de las obras aún resiste un
montículo de unos 10 metros de altura. Sobre su cima de otros tantos metros
cuadrados de superficie todavía aguanta una antigua tumba frente a la
hiperdesarrollista realidad china. La pelea desigual se está produciendo en la
localidad de Taiyuán, en la norteña provincia de Shanxi.
La conocida por todos los medios
asiáticos como «tumba clavo» es el último ejemplo de resistencia contra la
expropiación forzosa de tierras en la República Popular China. Los propietarios
del túmulo y el consorcio de la construcción están discutiendo sobre la
compensación que debe pagarse. La familia del ocupante de la tumba afirma estar
esperando el momento oportuno para trasladar la sepultura, y una explicación
por parte del promotor de la obra de la elección del sitio para levantar el
edificio.
El caso recuerda al de la «casa clavo» de cinco pisos que, durante más de
un año, resistió frente al avance de una carretera que se estaba construyendo
en la localidad china de Wenling, en la provincia oriental de Zhejiang. Sus dos
inquilinos, que se negaban a ser realojados, aguantaron un año, pero al final
llegaron a un acuerdo con la empresa constructora sobre la indemnización y
abandonaron la casa.
Finalmente, la resistencia de los familiares de los difuntos ha tenido que
ceder debido a las inmensas presiones a las que han sido sometidos. Los restos
mortales de sus antepasados han sido trasladados a otro cementerio. El
desarrollo urbano presenta facetas que, en muchas ocasiones, nos recuerdan a
esos seres feroces que se comían todo en una vieja película de Stpehen King:
Los Langoliers.
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