Por Nieves Concostrina
Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) se cuenta entre los muertos
ilustres con más tumbas del mundo. Tiene cuatro, aunque, evidentemente,
sólo ocupa una: la que disfruta (es un decir) con su inseparable amigo
Miguel Martín Goicoechea. Desde que fueron a descansar juntos a su
primera sepultura en Burdeos, no se han separado en ni uno solo de sus
traslados.
Goya está sepultado actualmente bajo una lápida en la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid (imagen superior).
En la Sacramental de San Isidro de Madrid aún se conserva el panteón
que acogió a cuatro ilustres: Goya, Moratín, Meléndez Valdés y Donoso
Cortés. Hasta aquí llegó el pintor procedente de Burdeos y aquí siguió
acompañado Goya de su inseparable amigo y consuegro Goicoechea hasta su
traslado a la ermita de San Antonio de la Florida.
Memorial que recuerda en el cementerio de Burdeos (Francia) el
enterramiento original de Francisco de Goya. Jordi Valls es el autor de
la fotografía. No está en el lugar exacto, sino a ocho metros de donde
fue enterrado, porque el cementerio sufrió una remodelación.
Esta columna situada en plena Plaza del Pilar de Zaragoza fue
trasladada en 1927 desde el cementerio de Burdeos. Es la columna
original que presidía la tumba de Goya y de su amigo Goicoechea.
La mala noticia es que Goya, sin embargo, perdió su cráneo en algún momento durante su enterramiento en Burdeos y nunca más se supo de él. Sólo una referencia pictórica da una pista: el pintor costumbrista asturiano Dionisio Fierros pintó una calavera y anotó a lápiz en el bastidor "cráneo de Goya". La pintura la realizó en 1849, 20 años después del entierro del pintor, pero 30 antes de que se descubriera oficialmente durante la primera exhumación que a Goya le habían birlado la calavera. El cuadro de Dionisio Fierros es el que aparece un poco más abajo. Está ubicado en el Museo de Zaragoza, sección de Bellas Artes.
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