La Carcajada del Nicho
Tumba ubicada en el Cementerio General de Guayaquil. 2010.
En Saquisilí (2005) un Cristo pintado carga su cruz.
Esta tumba en forma de estadio (Quito. 2009) tiene hasta arcos. El epitafio dice que no lo pisen.
Esta tumba en forma de estadio (Quito. 2009) tiene hasta arcos. El epitafio dice que no lo pisen.
En el Cementerio Municipal de Cuenca una lápida recuerda una casa de hacienda serrana.
Cristian Niedbalski, actor que dirige la visita guiada en el Cementerio General de Santiago.
Decoración de Manuel Ávila para su nieta. Cuenca.
Hasta los personajes de los Power Rangers. 2010. Saquisilí (Provincia del Cotopaxi).
Cuando mueres, te vuelves de ficción, por eso colecciono gente muerta. Visito continuamente los cementerios y tumbas ajenas. Los vivos no son mi prioridad de investigación, solo las pistas que ellos dejan sobre los nichos, ya que son su demostración tangible del recuerdo. El difunto físicamente se vuelve de cemento, mármol o lo que fuere. Esa es la prueba de su imagen ficcionalizada: un nuevo espacio creado para las manifestaciones de la memoria.
Los objetos que dejan los visitantes no hablan del muerto, sino de ellos mismos. La inquietud empezó cuando descubrí la tumba de un militar joven. Llevaba uniforme y una cara traviesa que contaba su tragedia. Lo miré y se me doblaron las piernas. Todo el nicho tenía marcas de besos reales de una mujer. Dentro y fuera de la foto. ¿Será su novia? Si murió tan joven, ¿lo siguió esperando después de tantos años? ¿Será su madre?, ¿vivirá su madre? ¿Es su hermana, su prima? ¿Quién es la mujer de los besos? Las tumbas son bocas chismosas, ventanas, portales... Son minúsculos espasmos del imaginario de los que recuerdan. ¿Qué cuenta cada tumba después de que todos se han ido? Los nichos son interrogantes que no me dejan dormir. Coleccionan historias de los vivos.
Otra tumba responsable de este arrebatamiento tiene escrito “Pierna del niño César Morán. Enero 17 de 1939” y confirma mi teoría de las múltiples historias que cuentan las tumbas. 1) El niño desapareció, solo encontraron la pierna y la enterraron. 2) César ahora es un adulto mayor de más de 71 años que creció amputado por alguna calamidad. 3) La pierna está esperando el próximo entierro del resto del cuerpo para que él resucite completo cuando llegue el día.
Los N.N. son mis favoritos. ¿Qué habrán hecho o qué dejaron de hacer para ser olvidados? El término nace con la creación del Decreto Noche y Niebla, realizado en la época nazi para justificar el exterminio a todo opositor del Reich. Los N.N. me llenan de nostalgia y la carga se vuelve aún más fuerte. Nazi, náusea. Necio, negación. Nacer, nación. Nómada, nadie. Nosotros, nada. Niebla, noche. Nudo, nuevamente. No.
Un muerto no reclamado está apartado de la rigidez de una identidad. Por ende, cada cuerpo sin identidad es una posibilidad. La imaginería de esta carga reconstruye sus diversas vidas posibles para definir sus rutinas diarias u oficios. La ficción los rescata del anonimato.
Gracias a mis búsquedas tuve la siguiente sorpresa: desde hace diez años existe una Red Iberoamericana de Gestión y Valoración de Cementerios Patrimoniales. Ellos me contactaron con Birte Pedersen, fotógrafa noruega que vive hace más de 30 años en Quito. Colecciona arte mortuorio desde hace 15 años. Parte de su trabajo está compilado en su libro Entrada al cielo. Arte funerario popular de Ecuador. Muchas librerías lo devolvieron por falta de interés. Ahora se encuentran amontonados en su casa. Esperando a las minorías que saben divertirse de maneras alternativas.
La categorización de su material es obsesiva, meticulosa. Tiene una infinidad de ángeles de todos los colores, tamaños, contexturas y materiales. Hasta Topo Gigio está de por medio, Barbies, Power Rangers y un sinfín de personajes infantiles, amorfos como los disfraces de Disney de los animadores de fiesta. Sus Cristos parecen sacados de una exposición de Andy Warhol. Colecciona tumbas de bebés y de madres. Le apasionan las frases y los difuntos con apodos cariñosos. Su sensibilidad es asombrosa. Para mí, su mayor hazaña fue descubrir una tumba en forma de estadio. ¡Una maravilla!
Ella, a su vez, me habló sobre el Encuentro de la Red que se iba a efectuar en Paysandú. Gracias a la financiación del Consejo Nacional de Cine, terminé en Uruguay. Me topé con personajes que analizan los árboles y su forma dentro de las necrópolis; otros que graban sonidos de pájaros, constructores de paisajes culturales con nichos, recolectores de altares y más. Supe que no era la única.
Quién diría que en otra tierra iba a conocer ecuatorianos. Pero de eso se tratan los encuentros mágicos. Ahora estamos luchando por formar una Red en nuestro país. Ellos son Leonardo Zaldumbide (Gescultura - Quito), René Tello y César Alvear (Cuenca). La idea es cuestionar lo que ha sido considerado como Patrimonio para sumar ciertas tumbas olvidadas, pequeñas pero importantes en la historia. También se busca evitar que ciertas instituciones desarrollen tipos de tumbas prefabricadas con lineamientos, ya que esto evita la creatividad del visitante.
En Paysandú estuve en el Cementerio Viejo o Monumento Perpetuidad y en el Central con Luisa Neitzke, recopiladora de estatuas. Aproveché y me fui de camposanto en camposanto. Llegué a Buenos Aires, visité Chacarita. Continué hasta Santiago de Chile y me quedé dos días enteros en el Cementerio Central. Este último es mi favorito. Hacen visitas guiadas nocturnas. Un actor trabaja de planta. De día, en las oficinas; de noche, da el recorrido vestido de monje muerto y cuenta las leyendas del lugar.
La tumba de la novia fue la que más me inquietó, la leyenda dice que murió en el altar de un ataque cardiaco, mucho antes de casarse; pero hay miles de versiones. Otros dicen que era una chica que pasó delicada de salud toda su vida y que no tiene nada que ver con el amor. Ahora es una santa. Está llena de cartas, corbatas, muñecos, firmas y deseos de enamorados chilenos. En su tumba está inscrita claramente su dirección web que algún fanático creó. www.orlitaromerogomez.blogspot.com se titula, Animita Online. Este anónimo le cambia de cortes de cabello y de ropa cada vez. Aplaudo la seriedad y el profesionalismo de su director e inspectora por investigarlo y permitirlo.
Recolectar arte mortuorio es un vicio infinito. La gente sigue muriendo y la memoria sigue manifestándose. En las visitas, los muñequitos nos dan guiños. Quieren seguir siendo personajes de algún jugueteo infantil o ser abrazados para opacar el miedo al cuco.
La muerte no piensa en razas, en estratos sociales, en edades. La muerte es el común denominador inevitable que nos une a todos los seres humanos. Reflexionar sobre ella, hacer diálogos textuales, gráficos y cinematográficos nos ayudarán a entender cuán frágiles somos y la necesidad que tiene cada individuo de ser nombrado, ya sea vivo, muerto o ficcionalizado... ¿Y tú cómo ves tu nicho después de 50 años?
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