Las dificultades
que Paganini experimentó a lo largo de su vida (al ser considerado un músico demasiado virtuoso para ser divino)no terminaron con su muerte, ocurrida en Niza, a los cincuenta
y siete años, sino que se extendieron irónicamente más allá
de ella. Se cuenta que, estando en agonía, cuando el cura se
acercó a su lecho para darle la extremaunción, el músico
tuvo fuerzas para mandarlo al infierno. No faltaron tampoco
noticias tales como que horas después de su muerte, su
violín seguía sonando. En una época dominada por las
supersticiones, estos datos inconsistentes, que hicieron de
la muerte del músico una leyenda, bastaron para que el
obispo de Niza prohibiera que el violinista fuese enterrado
en esa ciudad. Es así como comienza la ejecución post
mortem de Paganini, su verdadero réquiem, nunca
escrito en vida pero experimentado después de la muerte.
Demonizado por la
iglesia bajo la presión de la opinión pública, nadie se
hacía cargo del cadáver del músico que, de este modo,
permaneció dos meses en la habitación en que murió. Al cabo
de dicho tiempo, ante la protesta de los vecinos por el mal
olor que emanaba del cuarto, el cuerpo de Paganini fue
trasladado al sótano de la casa, lugar donde permaneció -
más de un año - hasta la llegada de su amigo el Conde de
Cessole, quien llevó el cadáver de Paganini a un olivar de
su propiedad y lo mantuvo escondido en una cuba por algún
tiempo. El escondite fue descubierto por las autoridades
sanitarias quienes, a pesar de que el cuerpo del músico
había sido embalsamado, ordenaron su traslado a un lazareto
de Villefranche, donde el guardián hizo correr la voz que
por las noches se oía sonar un violín. De nuevo, el conde de
Cessole debió de cargar con el muerto mientras se negociaba,
sin éxito, con la Iglesia para conseguir su inhumación
formal. La petición se elevó, incluso, a las altas
autoridades eclesiásticas quienes se negaron a darle
sepultura, con el argumento de que un hombre que había
tocado el violín tutelado por el demonio no podía recibir la
inhumación cristiana. Ante esta situación, el Conde y
algunos amigos más, se llevaron el cadáver al cabo Ferrat
hasta que, por fin, en 1844, cuatro años después de su
muerte, el rey Alberto de Piamonte-Cerdeña firmó la
autorización para que Paganini fuese enterrado en Génova.
Sin embargo, aun entonces, no hubo ”requiescat in pace”
para el músico: los vecinos alegaban que en el cementerio
se veían fuegos fatuos porque el diablo había sido enterrado
allí. Reclamaron a los responsables y, de nuevo, el cadáver
de Paganini salió a la superficie con destino a Parma, hacia
una villa cedida por la esposa de Napoleón para que el
maestro descansara en ella. Permaneció en aquel lugar hasta
1876, cuando el Papa Pío Nono le otorgó el derecho de la
iglesia de ser enterrado en el cementerio de ese lugar.
Ésta fue la cuarta ceremonia de enterramiento que se le
practicó al cadáver de Paganini, pero no fue la última. Años
más tarde , el violinista checo Frantisek Ondricek, sembró
la duda de que el maestro estuviese enterrado en aquella
tumba, y el cuerpo fue de otra vez exhumado para comprobar
su identidad.
Algunos aseguraban que al abrir el féretro se escuchó sonar
un violín. Una de sus obras, Movimiento Perpetuo,
que Paganini ejecutaba en tres minutos, (aún hoy en día
nadie la ha podido ejecutar en menos de cuatro minutos y
medio) parece acompañarle a perpetuidad en su tumba.
Por Napoleón Candray
1 comentario:
Excelente información esto da mas detalle a lo sucedido a Paganini aunque siempre con ese halo de misterio que enriquecen esta leyenda de la música :)
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