La clásica tumba, con un nombre grabado en piedra, parece ser cosa del pasado. A la hora de buscar el último descanso, los alemanes prefieren el anonimato en lugar de una sepultura individual para honrar a sus muertos
Muy por detrás de los sepulcros, con sus losas de mármol y sus nombres, se extiende un área muy verde del Cementerio Norte de la ciudad de Colonia. Es una zona rodeada de árboles que, a primera vista, parece un parque. Sin embargo, se trata de un terreno en el que están sepultados seres humanos en forma anónima.
Nadie sabe exactamente cuántas personas hay enterradas en ese lugar. Las tumbas no están delimitadas, y no hay nombres que identifiquen a los fallecidos, ni siquiera en el monumento que se halla en el centro del área, una superficie de cemento en la que se depositan flores, velas y fotografías de los difuntos.
Un lugar demasiado impersonal
Una vela es a menudo lo único que indica que allí yace un difunto.Para los deudos, ese monumento central es el único lugar con el que cuentan para mantener viva la memoria de sus muertos. Un lugar que, a simple vista, se asemeja a un oasis de paz, y que, según las normas que rigen este cementerio, permite sentirse cerca de los seres que ya emprendieron camino al más allá sólo en pocos espacios predeterminados.
Sin embargo, de pronto se ven velas iluminando el lugar. Se trata de deudos que no se conforman con el anonimato, que saben dónde descansa el cuerpo de sus difuntos, y los visitan para así contar con algo de privacidad en su duelo. Es el caso de una mujer que esperó todos los domingos hasta que vio personalmente el lugar donde fue sepultado su esposo, que murió hace diez años, luego de que la empresa funeraria le confirmara por escrito cuál iba a ser su último reposo.
“Cuando nos dimos cuenta de que éste era el lugar, colocamos en el centro una vela y una rosa”, explica la viuda. Empero, la mayoría de los familiares de los difuntos que yacen en este área no tienen la suerte de conocer el exacto lugar donde se halla el cuerpo, ya que las reglas excluyen la presencia de parientes durante el entierro de las urnas en la zona comunitaria. Sólo pueden elaborar su duelo frente a una parcela verde demasiado grande y demasiado impersonal.
Entierro anónimo ¿sólo para ahorrar costos?
Manuela Pilartz, empleada de pompas fúnebres.A pesar de todo, cada vez más alemanes deciden que se los entierre de forma anónima. Muchos de ellos ya no quieren atender a las formas tradicionales de sepultura. “La causa determinante es que no quieren ser una carga para sus deudos, ya sea, porque los familiares tengan que financiar la tumba o cuidarla. Es muy raro que alguien diga que no quiere, ni siquiera, dejar un lugar para el recuerdo”, dice Manuela Pilartz, empleada de pompas fúnebres de Colonia con 26 años de experiencia.
Cuando alguien se decide por el entierro anónimo, los familiares no toman conciencia de que les falta un lugar dónde realizar el duelo hasta que pasa la primera conmoción debida a la muerte del ser querido. Pero después ya no se puede volver atrás: el fallecido no cuenta con un sepulcro como homenaje a su memoria, y la familia y amigos, sin un lugar físico en donde poder recordarlo.
El empleado fúnebre y acompañante de duelo, Fritz Roth, de Bergisch Gladbach, no está de acuerdo con esta “mentalidad de la eliminación: “Lo que me parece cuestionable es esto: hoy fallece mi madre, mañana la creman, y, al tercer día, tengo ante mí una urna, y debo creer que es mi mamá”. Para él, hace falta tiempo para aceptar que una persona querida ha muerto. Fritz Roth lucha contra esta tendencia de lo descartable en una sociedad que quiere deshacerse cada vez más rápidamente de la muerte y todo lo que ésta significa. “Cada vida necesita un lugar en el que se la recuerde”, subraya Fritz Roth.
Cementerios como desiertos de piedra
Fritz Roth acompaña en el duelo a los deudos.A todo esto, la cultura clásica de la sepultura, con sus reglas estrictas, es una de las principales razones para buscar alternativas, opina el funebrero. “En los portales de entrada de los cementerios alemanes, lo primero que se ve es un cartel donde figura todo lo que está prohibido hacer. No invita a entrar. Es un lugar de sometimiento, de regulaciones, de advertencias y de disciplina. Lo que encontramos en nuestros cementerios tradicionales son desiertos de piedra y la incapacidad de elaborar el duelo. Eso no tiene nada que ver con la individualidad”, señala Roth.
Sin lugar para el olvido
Entretanto, se ha desarrollado una nueva forma de inhumación que une ambas necesidades: es un lugar digno para dar rienda suelta al duelo y preservar la memoria del deudo, y, al mismo tiempo, no ocasiona grandes costos. Se trata de la sepultura semi-anónima, que incluye una lápida en la que está grabado el nombre del difunto. Un sepulcro totalmente anónimo es, para la mayoría de los alemanes, todavía algo impensable.
Autor: Irem Özgökceler/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López Magallón
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