El lugar común que
propone un funeral, el único momento en el que la familia puede reunirse
íntegramente, en el filme dirigido por Shawn Levy (responsable de “Gordo
mentiroso” y “Una noche en el museo”, entre otras comedias) funciona entre el
drama y la risa.
Es que cuatro
hermanos (Jason Baterman, Tina Fey, Adam Driver y Corey Stoll) deben acompañar
a su madre (Jane Fonda) a sobrellevar la muerte de su padre, que como última
voluntad pidió que se realice un Shiv’ah, que es el período de siete días que
debe durar el duelo a un ser querido que partió de este mundo.
Durante una semana,
los hermanos deberán convivir en la casa de sus padres, cuando están en
situaciones caóticas en sus vidas personales: Judd (Baterman), de claro
protagonismo por sobre los otros tres, está en duelo de su matrimonio, acabado
porque encontró a su mujer en la cama con su jefe. Wendy, en cambio, sigue
casada pero con un marido que ni siquiera la mira. Paul (Stoll) tiene un estrés
irremediable por no poder concebir un hijo con su mujer y el más pequeño,
Phillip (Driver) vive una vida sin compromisos y eterna adolescencia a pesar de
estar comprometido con una mujer que le dobla en edad. A todo esto, la madre es
una terapeuta que hizo famosas las personalidades de sus hijos, y que no tiene
tabúes para hablar de la sexualidad propia o la de sus hijos.
Lo que en principio
sería una comedia negra, termina pareciendo más bien un drama cómico, con el
mismo resultado de todas las películas que involucran lazos sanguíneos: lo más
importante, a pesar de las diferencias y peleas, es la familia. La moraleja es otro
lugar común, aunque el camino hacia el final esperado está lleno de chistes
divertidos y giros inesperados. Repasamos así las relaciones de una familia
disfuncional (es decir, como cualquier otra) dividida, “Hasta que la muerte los
juntó”... Y los curó un poco.
Fuente: http://www.diarioshow.com/article/details/20238/retrato-funebre-de-una-familia
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