Fotografía: BR Viagens Tur:
Por Abel Ramírez
Red
El sistema necesita producir, necesita un grupo humano capaz de volver
a poner en marcha la economía nacional y
mundial. El país y el mundo, desde la llegada del coronavirus, han sufrido una
pérdida importante de recursos económicos que se visibilizan -entre otras
cosas- en la caída repentina del precio del petróleo, la paralización de varias
industrias y la poca capacidad de comercialización de emporios importantes a
nivel global. Con esta realidad, es necesario que los gobiernos empiecen a
tomar decisiones respecto de cuándo y cómo volver a una normalidad a la que al
menos en Ecuador no estamos preparados.
El 24 de abril de 2020, la Ministra de Gobierno en Ecuador anunció que a
partir del 4 de mayo el país entra en una nueva fase. Se prevé dejar atrás el
aislamiento para pasar al distanciamiento, pero ¿estamos preparados para una
medida como la anunciada? Revisemos algunos datos: i) todo el país llegó a la
fase de contagio comunitario; ii) el número de infectados crece precipitadamente;
el país tiene cerca de 30mil; iii) los fallecidos, solo en la ciudad de
Guayaquil, bordean los 10mil; iv) el sistema de salud colapsó y un gran número
de médicos/as son parte de los/as contagiados; v) el sistema funerario nacional
no da abasto, colapsó; fuimos testigos/as del aparecimiento de una serie de
“estrategias” antojadizas, apresuradas y poco proyectadas en varios rincones
del país; vi) la situación económica para un gran número de personas se agrava
a diario; vii) la movilidad humana y la migración se tornaron insostenibles.
Pero la economía necesita volver a moverse, necesita dinamizarse ¿A qué
precio? Indudablemente, el costo es humanitario. Una parte del sector público,
así como del sector privado abrirán paulatinamente sus puertas. Sin embargo,
valdría preguntarnos cómo se va a controlar la cantidad de contagios que
aparecerán, qué protocolos en torno al distanciamiento social existen, cuáles
son las políticas de atención, entre otras que son importantes. Faltan menos de
10 días para iniciar la fase distanciamiento y el Gobierno no ha hecho públicos
protocolos, estrategias o mecanismos para evitar que el sistema -en su
totalidad- colapse una vez más.
Evidentemente, la preocupación no parece ser la salud, sino la economía.
Por ello, una mejor alternativa es re-pensar la salida que el Gobierno
ecuatoriano ha puesto sobre la mesa y analizar mejores escenarios en los que
sean posible evitar la arremetida de fallecimientos que en un país como el
nuestro no sería nada extraño. Estamos a merced del sistema, a merced del
Gobierno y a merced de la fortuna para no ser parte de las estadísticas de
contagiados y/o fallecidos.
Ecuador atraviesa una de las crisis más complejas y poco a poco nos
hemos convertido el país que sirve de mal ejemplo: un territorio que evidenció
las falencias en los sistemas de salud y funerario uno que mostró cuál es la
situación real en términos de desigualdad social y económica, uno que dejó
morir a su gente en las calles y veredas de varias localidades. Nos convertimos
en la radiografía del fracaso, por tanto, no estamos en la capacidad de
sostener una fase como la propuesta por el gabinete del señor Lenin Moreno.
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