R. Pérez Barredo
Un improvisado cementerio, un osario gigante, de los que producen escalofríos. Eso fue lo que se encontraron los arqueólogos en el año 2005 en el llamado Campo Lilaila, una amplia extensión de terreno cerca del Camino Mirabueno donde se había proyectado la construcción de varias viviendas. Ya entonces, los arqueólogos encargados de datar el enterramiento señalaron que la gran fosa común, en la que se habían hallado numerosos restos óseos humanos, pertenecía a una época concreta: la Guerra de Independencia (1808-1812). Sin embargo, en los últimos meses ha circulado por internet, para confusión y escándalo de asociaciones vinculadas a la recuperación de la memoria histórica, la errónea noticia de que el improvisado enterramiento pertenecía a otra época más cercana: la Guerra Civil española.
DB ha tenido acceso al informe elaborado por la empresa Cronos S.C. Arqueología y Patrimonio en el que se da detallada cuenta del hallazgo y de un completo análisis de su contenido. Descubrimiento impresionante a tenor de los datos: eran 23 fosas comunes de las que fueron exhumados 1.287 individuos. «La distribución espacial de las fosas está caracterizada por su exhaustiva ordenación, paralelas entre sí, y con un espacio de separación muy similar, generalmente de entre 40-60 centímetros (...) De manera genérica fueron colocados con el cuerpo estirado o ligeramente flexionado, en decúbito supino, prono o lateral, y en la mayoría de los casos muy juntos, para optimizar el espacio de las fosas, formando grupos cuya orientación se alterna por tandas», recoge el informe.
Del total de individuos hallados se realizó un estudio antropológico a los mejor conservados: 387, todos varones de edades comprendidas entre los 16 y los 24 años (un 66 por ciento) y de entre 24 y 30 años (un 16 por ciento). El informe revela con sorpresa los numerosos casos de adolescentes: «La presencia en Mirabueno de individuos adolescentes de edad inferior a 16 años no está en consonancia con los datos aportados en los documentos sobre alistamientos de mozos. El 23 de septiembre de 1808 el general Joaquín Blake anuncia en Trespaderne la intención de alistar a todos los burgaleses. Este alistamiento será de todos los solteros y viudos sin hijos naturales o residentes en el pueblo, que lo sean de edad desde 17 hasta 40 años comprendiendo en él a toda clase de personas y expresando los que fuesen nobles, o gozasen del fuero eclesiástico, e incluyendo también todos los que se hubiesen casado en fraude del servicio».
Pero el mismo estudio desvela que para el reclutamiento de combatientes los funcionarios se distribuían por los barrios de la ciudad, yendo casa por casa, y que existe documentación con listas en las que aparece el nombre de cada uno de ellos, la edad y la talla. «Aunque inicialmente la talla mínima está fijada, aquellos que no llegan por incluso una pulgada pueden luego alistarse como voluntarios, igual que los exentos por viudos o aquellos que ya han realizado un servicio al Rey. Por este motivo no debe extrañar la presencia de menores de 16 años en Mirabueno. A estos voluntarios se les diferencia claramente de los militares y milicianos, categorías expresadas explícitamente en las mismas hojas de alistamiento».
¿Por qué allí?
El estudio, firmado por Carmen Alonso Fernández, descarta que Mirabueno acogiera las víctimas de la Batalla de Gamonal (1808), una de las más cruentas de cuantas se libraron en suelo burgalés, por la distancia entre ambos puntos, de cinco kilómetros. La tesis que sostiene el informe tiene que ver más con la ocupación francesa, cuando las condiciones de vida se volvieron mucho más difíciles. «Las ejecuciones eran algo cotidiano, y a la violenta actuación de los soldados franceses para con la población se unían las enfermedades». Así, se destaca el notable incremento de enfermos que registraron los hospitales de Burgos -Concepción y Barrantes-, lo que obligó a habilitar nuevos centros sanitarios, como el de la Caridad, junto a San Cosme, o el convento de San Pablo. «La ubicación geográfica de dichos hospitales, con una cercanía considerable respecto a la necrópolis de Mirabueno, así como la continua mortalidad en ellos, hace pensar que una gran parte de los enterramientos proceden de este momento. Esto explicaría la ausencia de ropa, objetos o incluso proyectiles, además de su colocación en las primeras fosas excavadas, de forma masiva pero ordenada. También el estudio antropológico ha revelado la existencia de heridas producidas por impactos de proyectil en proceso de curación, y que por lo tanto no causaron la muerte inmediata al fallecido»
Así, el informe deduce que Mirabueno fue elegido como lugar de enterramiento masivo por varias razones: «cercanía a los hospitales pero suficientemente alejado de la ciudad, existencia de un camino directo desde el Barrio de Vega (Camino de Mirabueno), y lugar bien aireado y roturado».
También a partir de 1812, año en que se produjo el asedio del Castillo, se produjeron numerosas bajas. «Durante este tiempo el número de muertos diarios varía mucho. Hay jornadas en las que las pérdidas angloespañolas superan las 200 bajas (...) Es probable que sea ahora cuando sucede un segundo momento en la ocupación de la necrópolis de Mirabueno. La aparición de fosas parcialmente vacías, a diferencia de las primeras que se encontraban completas, junto con la diferente disposición de los cadáveres con mayor presencia en algunas zonas de las fosas, indicarían un goteo constante de muertos relacionados con el asedio, procedentes directamente del frente o de los hospitales. La orografía del castillo como la propia batalla pudieron impedir el enterramiento en un lugar más cercano, ya que prácticamente todo Burgos estaba en el radio de acción de las baterías francesas. La necrópolis sería ya conocida y, su ubicación, a poco más de un kilómetro de los hechos, la convertiría en un lugar apto para sepultar a los fallecidos».
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